¿Tiene futuro el sistema económico capitalista? Esta pregunta ya genera hoy un debate intenso en el mundo académico. De hecho, todos hemos tenido, en ciertos momentos, la sensación de que este sistema no podía durar. Es indudable que el capitalismo, como mecánica económica de la cual se ha dotado (la mayor parte de) el mundo, ha aumentado la riqueza global y ha facilitado el acceso a recursos y mayor bienestar a miles de millones de personas. Pero ha generado grandes desigualdades en el reparto de esa mayor riqueza global. Además, desde los años ochenta del siglo pasado, el sistema se ha escorado hacia el liberalismo y ha abandonado las opciones más sociales y keynesianas. Por otra parte, la crisis evidenció el abuso de determinados instrumentos y el crecimiento excesivo de la economía financiera, paralela a la real y productiva. Ello provocó enormes quejas sobre el sistema y algunas opiniones vieron en esa crisis, un problema sistémico. Últimamente ciertas voces acusan al mundo tecnológico de estar acentuando la divergencia en la distribución de riqueza. El capitalismo se cuestiona. Pero… ¿qué alternativas se pueden esperar?
Esta semana leía un artículo interesante sobre este tema. Fue escrito hace un tiempo por dos personas de perfil bastante distinto. Por un lado, el profesor Eric Beinhocker, director del Institute for New Economic Thinking de la Oxford Martin School, de la Universidad de Oxford. El segundo es Nick Hanauer. Nick fue uno de los inversores iniciales en Amazon. Ha creado con gran éxito varias startups. Por ejemplo, en 2007 vendió aQuantive a Microsoft por más de 6.000 millones de dólares, la mayor compra de la compañía de Bill Gates antes de la adquisición de Skype en 2011.
Beinhocker y Hanauer afirman que las teorías clásicas del capitalismo liberal no han sido bien formuladas. Nos recuerdan lo que estudiamos sobre economía: el mercado fija precios para una asignación eficiente de recursos. Los agentes (las personas como consumidores) tomamos decisiones que ajustan oferta y demanda y lo hacemos maximizando la utilidad de los bienes. Pero los autores dicen que poco a poco se va definiendo una nueva manera de ver el sistema: La que considera que todo es más complejo que lo anterior y que la economía, más que a una máquina, se parece a un ecosistema, a un sistema complejo, dinámico, abierto y no lineal. Esta nueva manera de ver la economía tiene implicaciones en como entendemos el capitalismo y el desarrollo y la prosperidad.
Ellos afirman algo muy interesante: El capitalismo no va de asignación eficiente de recursos. Va de… ¡creación, de creatividad, de innovación!
Los mercados concretan diariamente miles de experimentos, de intentos, de conseguir cosas que nos hagan la vida mejor. La vida es mejor hoy que hace dos siglos. Pero no ha sido debido a una correcta y eficiente asignación de recursos. Ha sido por haber desarrollado productos y tecnologías de todo tipo que se han extendido a casi todo el mundo. En esta visión, el capitalismo es bueno: Genera incentivos para desarrollar soluciones a los problemas de la humanidad y para hacerlas extensivas a todo el mundo. La prosperidad se consigue por esas soluciones. No por el dinero.
La prosperidad tiene por tanto que redefinirse: No se puede medir a través de la renta per cápita. Tiene que definirse por el acceso a soluciones para conseguir una vida mejor. Cuantas más y mejores soluciones tengamos para nuestros problemas y necesidades, mejor estaremos.
Con esta visión… ¿cómo debemos medir el crecimiento de una economía? ¿A través del PIB? No. El crecimiento del PIB no sirve como medida para el progreso y la prosperidad. Pueden existir una enorme variedad de problemas pendientes de resolución: ambientales, de salud, de calidad del trabajo, sociales, reparto desigual de la riqueza, etc. etc.
La prosperidad no es crecimiento. La prosperidad es el ritmo al cual se generan soluciones a los problemas de las personas, de la sociedad y de la humanidad.
Los autores creen que ese ritmo puede ser medido, de la misma forma en que se mide la inflación. Es decir, a través de “una cesta de nuevas soluciones” para la alimentación, la vivienda, el vestido, el transporte, la salud, etc. etc.
El capitalismo aporta soluciones, millones de nuevas propuestas de soluciones. El sistema filtra las que son adecuadas y “elimina” las que por un motivo u otro no se ajustan al problema. Las opciones fallidas suponen una fatalidad para los que la han intentado: Emprendedores, inversores, etc. Pero han permitido generar el entorno competitivo para detectar las opciones correctas.
En esta visión, las empresas no son entes encargados de maximizar beneficios para sus inversores. Son las piezas esenciales que crean las soluciones para los problemas de la sociedad.
Otra consecuencia de esta visión capitalista es que no es el dinero el bien escaso en la economía: ¡Es el conocimiento! El conocimiento que permite resolver problemas.
El mundo de las startups y la tecnología ya tiene bastante asumida esta nueva visión. Aportan soluciones a retos y mejoran la vida de las personas. ¿Vamos hacía un mejor capitalismo?
Nota final: Nick es también conocido por una charla TED en la que plasmada su visión sobre quién crea empleo en la economía. Él (persona muy rica) afirma que los ricos no crean empleo. Dice que son los consumidores quienes lo crean. Dice que los empleos son una consecuencia del estilo de relación entre cliente y empresa y que son los consumidores los que mejor definen esa relación, incrementando la demanda y la contratación. Es pues muy contrario a la desigualdad en la distribución de riqueza. Considera que los ricos deberían ser gravados para generar inversiones en beneficio de todos. Esa sería para él una buena economía capitalista. Lo dice un emprendedor rico.