Desarrollar productos más complejos

Las economías de los países evolucionan hacia una mayor complejidad, una mayor sofisticación. Esto es el desarrollo económico. Pero hay dificultades y trabas en esa evolución. El artículo Why did some countries catch-up, while others got stuck in the middle? Stages of productive sophistication and smart industrial policies examina los datos del comercio internacional (entre los años 1970 y 2010) de 116 países. Los autores quieren medir la sofisticación productiva de sus economías. Desean ver esa evolución y las complicaciones inherentes.

Hay fuerzas que ancoran los países en productos simples.  Son fuerzas gravitacionales que los mantienen en la fabricación de este tipo de productos. Ciertos países tienen algunas capacidades para producir bienes complejos. Pero dichas fuerzas les dificultan la transición hacia productos más sofisticados.

Es necesario que rompan amarras y traten de evolucionar hacia productos más complejos. Para superar la atracción natural hacia los productos simples y avanzar hacia la sofisticación productiva, deben implementarse políticas industriales “inteligentes”, que promuevan la diversificación, haciendo hincapié en los sectores emergentes.

Países, como Brasil y Sudáfrica, aún luchan por escapar de los productos simples. Otros (por ejemplo, Irlanda, Israel, Singapur y Corea del Sur) han logrado transformarse completamente gracias a políticas industriales efectivas y a un enfoque centrado en la acumulación de capacidades y en el acceso a conocimientos internacionales. Dichos países se caracterizan por un fuerte énfasis en la I+D, lo que ha permitido el crecimiento en ellos de sectores de alta tecnología.

Los autores se refieren a la curva en S, que representa la relación entre el nivel de sofisticación productiva de un país y su cercanía a productos complejos. En la parte inicial de la curva se hallan los países poco desarrollados, que producen bienes simples. A medida que las naciones avanzan hacia la parte superior de la curva, logran diversificarse y alcanzar mayores niveles de sofisticación, produciendo bienes más complejos.

Los autores dicen que España se encuentra en una etapa intermedia, yendo hacia la parte alta de la sofisticación productiva. Se describe a España como un país con gran proporción de productos sofisticados. Pero también con una alta presencia de bienes primarios, como el petróleo crudo y productos agrícolas. Por ello, a pesar de tener un sector exportador diversificado que incluye productos complejos, España aún depende de los productos más simples. Es la situación a la que se enfrentan por igual muchos países desarrollados y en desarrollo: la coexistencia de productos complejos y simples. 

Así pues, España, aunque ha avanzado en términos de sofisticación productiva, continúa lidiando con esa dualidad en su industria, alto y bajo valor añadido. Ello afecta a su capacidad para escalar aún más en la curva de sofisticación económica (lo viejo lastra lo nuevo).

La transformación completa de una economía hacia productos complejos implica varios cambios y ajustes en múltiples dimensiones. Los elementos clave son estos:

  • Diversificación de la producción: Se debe ampliar la gama de productos manufacturados hacia aquellos que requieren una mayor sofisticación técnica y un mayor nivel de educación y habilidades de la fuerza laboral, como equipos médicos, electrónica avanzada, biotecnología, entre otros.
  • Inversión en educación y formación: Para que una economía pueda generar productos complejos, es crucial mejorar el nivel educativo de la población y desarrollar habilidades técnicas avanzadas. Esto incluye formación en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), así como habilidades en innovación y gestión.
  • Fomento de la investigación y desarrollo (I+D): La transformación requiere gran volumen de inversión en I+D para fomentar la innovación y la creación de tecnologías nuevas.
  • Políticas industriales efectivas: Se necesitan políticas que apoyen la investigación, la innovación y la producción de bienes complejos, así como incentivos para que las empresas inviertan en tecnología y formación.
  • Cambio institucional y regulación: Las instituciones deben adaptar las regulaciones existentes para apoyar sectores emergentes, así como para promover un ambiente de negocio que sea favorable a la inversión y a la creación de nuevas empresas.
  • Acceso a mercados internacionales: La economía debe integrarse en cadenas de valor globales, permitiendo la exportación de productos sofisticados.
  • Innovación continua y adaptación: La economía debe promover una cultura de innovación constante que permita el aprendizaje y la mejora continua.
  • Reducción de la dependencia de productos básicos y simples: La transformación implica dejar atrás la dependencia de productos simples y primarios, que a menudo están asociados con economías de baja productividad y alta desigualdad.

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