Hay épocas en las que uno (por distintos motivos, personales y profesionales) aprende poco. No son las mejores en la vida. Hasta el último aliento, lo más grato que nos da el tiempo es esa conmoción inherente a la consciencia de estar comprendiendo algo nuevo.
Ello es aplicable a este artículo que hoy os resumo en este post. Lo ha escrito el reputado profesor, ya emérito, James Foreman-Peck, quién había sido director del Welsh Institute for Research in Economics and Development de la Cardiff University. Lo ha hecho en colaboración con el actual responsable de ese instituto, Peng Zhou. La referencia al artículo es la siguiente: Specialisation precedes diversification: R&D productivity effect (Research Policy, Volume 52, Issue 7, September 2023)
Estos dos investigadores analizan una enorme cantidad de empresas europeas -más de 600.000- con el objetivo de medir en ellas diversos efectos de la I+D. Lo hacen centrándose en la productividad, que consideran la facturación dividida por el número de empleados. Buscan los efectos directos de la I+D en ese mejor comportamiento de las empresas. Pero también analizan los efectos indirectos, ese concepto que el idioma inglés sintetiza como spillovers derivados del conocimiento. Y estudian tanto la I+D interna como la externa. Además, usan también el concepto de la Capacidad de Absorción, una de las ideas -para mí- más bellas de la literatura académica relacionada con la I+D empresarial. Esa idea se sintetiza diciendo que, de la misma forma que las esponjas tienen diferentes capacidades de absorción de un líquido, las organizaciones, en función de determinadas características propias, tienen también más o menos capacidad de absorber un nuevo conocimiento.
El trabajo estudia la extensión y la intensidad de la I+D. Por extensión, se refieren a “I+D si-o-no”. Es decir, adoptar la decisión en la empresa de hacer o no hacer I+D. Recogen pues a empresas que hasta el momento han sido poco o nada activas y que ahora asumen I+D. Por otro lado, se refieren a la intensidad aplicándola a las compañías que ya realizaban I+D antes y que aumentan ahora ese esfuerzo previo.
El trabajo mide también la ayuda proporcionada por los programas públicos de soporte a la I+D, así como las colaboraciones con empresas del mismo grupo, con proveedores, clientes, competidores, universidades, consultores y gobiernos.
El gráfico siguiente es el modelo que sintetiza su investigación.
El modelo asume que la I+D “entra” en la empresa a través de cuatro canales y efectos: 1) La I+D que la empresa realiza internamente, 2) La que la empresa subcontrata, 3) La que asume de forma cooperativa, 4) Los spillovers, esos efectos indirectos de las actividades de I+D. No detallo la compleja metodología del trabajo. Sólo digo que se basa en el análisis de la información de ese número ingente de empresas europeas usando diversas variables y modelos. Pero resumo algunos de los interesantes resultados:
- La I+D tiene un comportamiento no lineal sobre la productividad. Así, el efecto de la inversión en I+D sobre la productividad deja de crecer a partir de un determinado punto. Y los autores subrayan que ese punto aún se halla por debajo de la media de la muestra de empresas. Es decir, la mayoría de esas más de 600.000 compañías europeas aún no han alcanzado el nivel óptimo de inversión en I+D y pueden continuar aumentado su productividad si investigan más.
- Las empresas de mayor tamaño realizan más I+D. Igualmente, en esa inmensa base de datos, se percibe que las empresas más productivas son las de mayor tamaño, de más de 250 empleados (y además exportadoras, a otros países de la UE). No son cosas que no se supiesen. Pero conviene recordarlo, para tener la plena consciencia de por qué los países necesitan empresas de mayor tamaño.
- El soporte de los gobiernos (que es una de las variables que se analizan) no tiene efecto sobre la productividad si la compañía que recibe la ayuda tiene su sede en otro país.
- Los efectos que tienen los spillovers sobre la productividad de la empresa (repito: los spillovers son los efectos indirectos de la actividad de I+D) son menores que los efectos que tiene la I+D misma de forma directa. De todas formas, los autores remarcan la importancia de esos spillovers e indican algunas causas y dificultades asociadas a su valoración.
- La I+D subcontratada tiende a ser más efectiva que la I+D realizada en colaboración. La explicación de los autores es que la I+D colaborativa es muy exigente desde el punto de vista relacional y de gestión. Y por eso recomiendan que las empresas, en aquellos campos en los que no tengan experiencia y dominio previo, subcontraten más que colaboren.
- El nivel óptimo de I+D subcontratada es más alto que el que asumen actualmente ese inmenso grupo de empresas. Puede aumentarse la I+D externa.
- Los autores miden en la productividad un efecto negativo de las colaboraciones con universidades. Tratan de justificarlo diciendo que esas colaboraciones seguramente se establecen con objetivos distintos al impacto sobre el negocio.
- Otro resultado para reflexionar un largo rato: Las colaboraciones de I+D con proveedores benefician a la empresa. Pero, en cambio, las colaboraciones de I+D con clientes tienen un efecto contrario. Los autores, en su artículo, parecen sugerir que las colaboraciones de I+D entre distintos estadios de la cadena de valor benefician más a quién está más abajo en la misma.
- Una de las conclusiones para mi más relevantes: Los efectos de la extensión (ese concepto al que antes nos hemos referido) sobre la productividad son menores a los de la intensidad. Me explico:
- Los investigadores encuentran que, si una empresa que antes no realizaba I+D empieza a hacerla, su productividad aumentará (sólo) un 13%.
- Pero han visto que el incremento de productividad derivada de un aumento de I+D es más acusado. Así, si una compañía que antes realizaba I+D sube un 1% su ratio de dedicación (según la tradicional medida de inversión respecto a la facturación), su productividad aumenta un 21%.
Es decir, como consecuencia, cara a las políticas públicas, los autores afirman que es preferible dar soporte a las empresas que antes eran ya intensivas de I+D que no promover la I+D en empresas que antes no la realizaban. Usando sus palabras: “Más que en intentar hacer innovadoras a todas las empresas, es mejor dar soporte a las que tienen mayores competencias y capacidades de I+D”.
Gran resultado. Y algo que los gobiernos europeos casi nunca aplican.
Pero, os doy una cifra que no he querido poner antes y que explica, en parte, esa constante (y puede que excesiva) voluntad pública de extender la I+D: sólo el 18% de las empresas (unas 100.000) de la muestra analizada por esos investigadores asume actividades de I+D interna. Aunque, vistos los resultados de este trabajo, estas 100.000 corporaciones deberían ser el principal objetivo de los programas públicos en Europa.