Vayamos al Academic Ranking of World Universities (ARWU). Llamado también ranking de Shanghai, fue el primero y aún es el más prestigioso de los muchos estudios que analizan y ordenan universidades de todo el mundo. En este caso, el directorio de Shanghai incluye las mejores 1.000 universidades de las casi 30.000 que existen en el planeta.
En las primeras 10 posiciones aparecen 8 universidades de los Estados Unidos: Harvard, Stanford, MIT, Berkeley, Princeton, CalTech y Chicago. En los puestos tercero y séptimo se cuelan dos universidades británicas: Cambridge y Oxford. Las siguientes universidades del Reino Unido son Imperial (posición 25) y la Universidad de Manchester (posición 35).
Si retrocedemos unos cuantos años, esa Universidad de Manchester no existía.
Ha sido creada en este mismo siglo, fusionando dos entidades, con el objetivo esencial de escalar posiciones en el ranking citado. Fue el 1 de octubre de 2004 cuando las dos grandes instituciones académicas de la ciudad (la University of Manchester Institute of Science and Technology UMIST y la Victoria University of Manchester) se fundieron en un único ente. La primera había sido creada en 1824 y la segunda existía desde 1851. Lo que les llevó a integrar esas dos grandes organizaciones fue el deseo de consolidar en Manchester un polo de conocimiento altamente competitivo. Pero querían también otra cosa: Deseaban aparecer en los primeros puestos de las listas de universidades globales. Esperaban que la nueva Universidad pudiese competir frente a las más importantes del Reino Unido y se situase entre las cinco primeras del país, conjuntamente con Cambridge, Oxford, London Business School e Imperial College, todas ellas en el sur de Inglaterra. Viendo -ahora, 18 años más tarde- el ranking de Shanghai, se puede decir que lo han conseguido.
En cuanto a Francia, su primera universidad en esa misma clasificación es Paris Saclay, en el puesto 13 (siendo la primera europea, si no contamos Cambridge y Oxford).
Antes de hablar de ella, conviene dar unos pasos atrás en la historia. Una de las consecuencias del mayo del 68 fue la reducción del tamaño de las instituciones académicas del país. La Loi d’Orientation de l’Enseignement Superieur que se promulgó ese mismo año como consecuencia de esa revolución dividió las grandes instituciones universitarias en otras más pequeñas. Pero, ya en el siglo XXI, ello acabó afectando la competitividad internacional de esas pequeñas universidades.
Sarkozy, cansado de ese pobre papel en los rankings internacionales, decidió crear un Cambridge francés. En 2010 se anunció el lugar que acogería un gran campus investigador y empresarial que podría rivalizar con las primeras concentraciones de conocimiento mundiales: la meseta de Saclay, a unos 20 km de París. Desde entonces, el proyecto ha pasado por múltiples vicisitudes. Pero finalmente, después de una inversión de 6.300 millones de euros, se ha consolidado. En él acaba de crearse una gran institución académica, fruto de la fusión de varias universidades y grandes escuelas. Os decía que Paris Saclay es ahora, en 2021, la primera universidad europea en el ranking de Shanghai. Francia quería estar en lo alto de las listas mundiales de universidades y lo ha conseguido.
Para profundizar en la historia de Paris Saclay, os recomiendo este artículo de Carlos Prego, en Xataka. O bien este otro en Nature: How France overcame the odds to build a research mega-campus.
Vayamos ahora a Grenoble. También consecuencia de ese mayo del 68, en esa ciudad, la histórica universidad fundada en 1339 fue dividida en 4 universidades más pequeñas. Pero en 2016, tres de ellas se unieron de nuevo, creando la Université Grenoble Alpes. ¿Su objetivo? Ser más visibles y competitivas a nivel internacional, pudiendo así atraer los mejores estudiantes, investigadores y profesores. Su actual poderío institucional les ha permitido liderar el polo GIANT (Grenoble Innovation for Advanced New Technologies), una alianza de 8 instituciones investigadoras que han desarrollado un campus científico y tecnológico de 250 hectáreas y lo han abierto a estudiantes, emprendedores y empresas. Son 30.000 personas las que estudian y trabajan allí. Cada año, en el campus se generan 6.000 publicaciones científicas y 700 patentes.
En Alemania, el gran Instituto Tecnológico de Karlsruhe (KIT) es fruto de la unión (en 2009) de la Universidad de Karlsruhe, fundada en 1825, con el Centro de Investigación de Karlsruhe, nacido en 1956.
En Finlandia, Aalto University surgió en 2010 resultado de la fusión de la Helsinki University of Technology, la Helsinki School of Economics y la University of Art and Design Helsinki.
Leía un artículo en el que se decía que las universidades en Polonia siguen con atención ese proceso de consolidación. En Gdansk, tres universidades han creado la Fahrenheit University Association, una forma de transición hacia una única organización. También en Cracovia y Poznan, las universidades de esas ciudades están avanzando hacia una mayor unión. En la capital del país, la Universidad de Varsovia está en el grupo 401-500 del Ranking de Shanghai y la Universidad Médica de Varsovia está en el grupo 701-800. Ambas pues lejos de los primeros puestos. Con ello, surgen opiniones que piensan que una sola Universidad aumentaría la visibilidad global de la enseñanza y la investigación de la ciudad. Los autores del artículo dicen que “in today’s academic world, to be seen you need to be big”.
Las fusiones de universidades se configuran pues como una herramienta de competitividad de los territorios. Recordemos: son las instituciones que sobresalen en los rankings las que concentran el interés de los mejores estudiantes e investigadores. Hasta la pandemia y la invasión, ha habido una feroz competencia global por el talento. Veremos qué escenario planetario se define para los próximos años. De todas maneras, esa capacidad de atracción no parece una cuestión menor.
Pero hay otros motivos que llevan a la integración. Así, en el mundo actual, las universidades ganan también competitividad si no están muy especializadas y tienen enfoques multidisciplinares. En Francia, el mencionado troceado de universidades de 1968 se produjo por especialidades. Las fusiones recientes integran de nuevo disciplinas diversas en la misma institución. Y ello se considera positivo.
Por supuesto, están también los motivos económicos. Por ejemplo, con la intención de ser más eficientes, el Estado de Pensilvania impulsó, en 2021, la conversión de 6 universidades en 2.