¿Startups buenas y malas? Hace unos años, Peter Thiel criticó la falta de ambición de la mayoría de empresas emergentes. Lo resumió así: “Queríamos coches voladores y en lugar de eso hemos tenido 140 caracteres”. Una frase elocuente. También, emulando a Drucker, se escuchan y leen cosas como las siguientes: “Deep Tech Eats Social Media for Lunch”. Éste era el título de una mesa redonda en una jornada que se celebró en Estados Unidos.
Depop es una empresa de comercio electrónico (esencialmente ropa y complementos de segunda mano) fundada en 2011 por el italiano Simon Beckerman, tras pasar por el conocido programa de H- Farm, cerca de Venecia. La sede de Depop se ubicó en Londres. A mediados de 2021, la americana Etsy la adquirió por 1.600 millones de dólares. Unos días más tarde, Jeremy Silver, CEO de Digital Catapult (entidad que trabaja con universidades y centros de investigación apoyando tecnologías avanzadas) decía en el Financial Times que no quería criticar el éxito de Depop. Pero afirmaba que aplicaciones como la de Depop apenas tienen contenido tecnológico y que es necesario distinguir entre las empresas que ofrecen aplicaciones a los consumidores y las empresas Deep Tech. Estas últimas pueden cambiar radicalmente la economía de un país. En el caso del Reino Unido, se refería a casos como los de Arm o Deep Mind. También a las startups de los ámbitos de la inteligencia artificial, robótica o blockchain.
China es el lugar del mundo donde la inversión en Deep Tech crece más rápidamente. Entre 2015 y 2018 lo hizo a un ritmo de más del 80% anual. Xu Qin del Boston Consulting Group decía que el rápido crecimiento de empresas Deep Tech en China está directamente relacionado con el apoyo del gobierno. The Economist recuerda que la inversión en I+D en China ha subido un 400% en dos décadas, hasta superar los 400.000 millones de dólares anuales. Por otra parte, si vamos a principios de esa década, China se planteaba formar a 100.000 estudiantes en emprendimiento y quería crear 3.000 startups tecnológicas universitarias en los años siguientes. Las cifras son inmensas. Ahora bien, no todos los ámbitos están bien valorados en aquel país. El fundador de Sinovation Ventures, empresa china de capital riesgo, decía (en referencia a la campaña sostenida de Pekín para frenar el poderoso sector tecnológico del país) que el gobierno de China es muy pro-tecnología y que la Deep Tech es muy bien vista. Las inversiones verdaderamente tecnológicas (inteligencia artificial, software, vehículos autónomos, etc.) no son cuestionadas, al contrario. Pero, en cambio, si lo son las inversiones en empresas de internet basadas en modelos de negocio que pretenden generar monopolios. Al gobierno chino no le gustan las startups de Internet.
Existe el peligro de formar dos grupos y dos mundos: Las deep tech buenas y las startups digitales malas. Las tech y las demás. Los investigadores tecnólogos y los desarrolladores. No se trata de eso. Pero es cierto que hoy las tecnologías profundas se ven muy necesarias, para la sociedad y para la economía.
El siglo XXI es el de la tecnología. La tecnología -entendida en un sentido profundo- se ha convertido en esencial por dos cosas: resuelve retos y problemas de la sociedad y es el factor principal de desarrollo económico. El discurso sobre el desarrollo de los países, regiones y ciudades evoluciona, como lo hace la sociedad. La idea tradicional de “mercado” está quedando arrinconada. Lo expresaba bien John Thornhill, fundador de Sifted.eu y editor y columnista sobre tecnología en el Financial Times. Decía que no podemos dejar que el mercado busque por sí solo las soluciones a los grandes retos. Por ejemplo, el calentamiento global. De hecho, ha sido el propio mercado quien ha generado este problema. Thornhill confía en la fuerza de la sociedad civil, en cambios radicales en el comportamiento de los consumidores y en el poder de las misiones impulsadas por los gobiernos.
Es cierto que los inversores prefieren invertir en lo digital rápido y seguro, más que en esos llamados “moonshots” o misiones. Ha habido una fascinación especial por las startups que quieren hacer dinero rápido introduciendo “disrupción” en los modelos de negocio tradicionales. Son empresas emergentes que pasan a tener valoraciones de millones de dólares de manera fulgurante. Esta gran atención que todo el mundo pone (incluyendo el dinero) en estas startups puede provocar un colapso del sistema inversor. Conviene que el mundo de la inversión diversifique. Las oportunidades en la Deep Science proporcionan la alternativa.
La Deep Tech llega pues contraponiéndose a lo que se ha dado de forma abundante (seguramente en exceso) en los últimos años. Antoine Gourévitch del Boston Consulting Group dice que, en Francia, en el futuro, el empleo no se creará con un nuevo Alstom. Los puestos de trabajo vendrán de un nuevo Google. Pero no será del mismo tipo que el actual. Será una Deep Tech. Las deep techs actuales serán los GAFA del futuro.
Bibliografía
- Peter Thiel at Yale: We wanted flying cars, instead we got 140 characters. Por Daniel Weisfield. April 27, 2013
- Facebook Investor Wants Flying Cars, Not 140 Characters. Pascal-Emmanuel Gobry. Business Insider. Jul 30, 2011
- Deep Tech Innovations Require Industry Partnerships ECN; Rockaway, Feb 4, 2019
- Britain needs Depop, but it needs deep tech more. Financial Times; London (UK) [London (UK)]. 16 June 2021: 20.
- Les deeptechs d’aujourd’hui sont les prochains Gafa. Deborah Loye. Les Echos. 12 March 2020
- La vague de la « deep tech » arrive. Mikael Lozano. La Tribune Édition Bordeaux. Jeudi 22 Juin 2017
- China biggest global driver of deep tech investment growth. Jiang Xueqing. China Daily. 18 October 2019
- China seeks to boost 3,000 university-based technological start-ups. BBC Monitoring Asia Pacific; London. 18 Aug 2011
- Deep Tech Companies Are a Better Bet Than Tech Giants in China. Market Talk. Dow Jones Institutional News; New York. 28 Sep 2021.
- DeepTech for the Next Trillion Economy. Dataquest. 21 December
- Technology can help save the planet, but it is not enough. John Thornhill. Financial Times (FT.Com). 30 de septiembre de 2019