Hablemos de los tipos de proveedores de innovación que una empresa puede tener. Distinguimos los siguientes: Clientes, Proveedores, Competidores, Centros Tecnológicos, Universidades y Startups.
La primera idea que quiero transmitiros es la más importante: No todos estos proveedores sirven para lo mismo. De hecho, todos sirven para cosas distintas. Quién está en una empresa debe tener muy claro qué necesita y en función de esas necesidades, acudir a un tipo u otro de proveedor. Os hago a continuación un resumen de las principales características de cada uno de esos proveedores de innovación.
Veamos un caso concreto, para percibir algunas de esas diferencias, especialmente en lo que hace referencia a las Universidades.
Manuel Rodríguez es el director técnico de CAMFA, SL, una empresa fabricante de cámaras frigoríficas para el secado de embutidos. Antaño, los embutidos se curaban al aire, en almacenes y casas particulares. Pero la tecnología frigorífica permitió automatizar el proceso y hoy los embutidos y jamones se secan en cámaras como las fabricadas por CAMFA. Secar esos productos es caro, por el volumen que ocupan, por la inversión tecnológica necesaria y por el gran gasto energético. Cualquier solución tecnológica que optimice el proceso, reduce el coste de curado y hace a las empresas de secado mucho más competitivas. Asumamos estos retos tecnológicos para esas cámaras:
- Los flujos internos de aire no aseguran las mismas condiciones en todos los rincones de la cámara frigorífica. Por tanto, algunos de los embutidos se secan en exceso (lo cual supone una merma económica importante en peso del producto final) y otros quedan con demasiada humedad. En algunos casos ello llega a provocar la retirada del producto, por el moho excesivo y el deterioro de la carne.
- La regulación de temperatura y humedad no es automática. Se basa totalmente en la intervención humana. Una persona experta en secado de embutidos debe estar constantemente alerta del proceso, entrando en las cámaras y analizando periódicamente el estado de los embutidos colgados en las mismas. A partir de su inspección visual y táctil, propone mantener o cambiar las condiciones de humedad y temperatura en cada una de las cámaras.
- Evidentemente, falta homogeneidad en los productos secados en la multitud de cámaras de las grandes empresas, al ser atendidas por personal distinto.
- Además, no es sólo una cuestión de determinar temperatura y humedad sino también la velocidad a la que deben ajustarse una y otra, día a día. El proceso de secado del embutido no es más que una extracción de humedad del interior de la pieza. Si ese proceso se realiza de forma excesivamente rápida, la parte exterior del embutido queda reseca y a partir de ese momento impide la evaporación del agua del centro de la pieza. Ese interior queda entonces sin curar y la pieza resulta defectuosa. Al contrario, si la velocidad de extracción de humedad es excesivamente baja, el embutido se cubre de moho y puede llegar a pudrirse totalmente.
- Las condiciones de humedad y temperatura poco regulares (sólo cambian y se ajustan después de cada visita de la persona experta, provocando saltos en el proceso de regulación) alarga notablemente el proceso de secado, con el consiguiente mayor consumo energético.
Manuel se plantea innovar y solucionar esos retos.
En resumen, quiere automatizar totalmente sus cámaras frigoríficas. Para ello, llama a la Oficina de Transferencia de Tecnología (OTT) de la Universidad. Uno de sus técnicos visita la empresa y al cabo de pocos días sugiere a la empresa dos nombres:
1) El responsable del Grupo de Investigación en Informática Industrial, un grupo muy activo, de los más activos de la Universidad, principalmente captando financiación pública. Aunque no tienen mucha experiencia en la realización de grandes proyectos empresariales, han trabajado para empresas de la zona en encargos técnicos de menor importancia. Participan además en distintos proyectos europeos y el líder del grupo es un optimista por excelencia. Éste, enseguida dice que ellos pueden encontrar una solución a las necesidades de la empresa.
2) El responsable del Grupo de Física Ambiental, para proponer el estudio de la mejora de la distribución del aire en el interior de la cámara, tratando de conseguir una homogeneidad de las condiciones en todo su volumen.
Ambos visitan la compañía y acuerdan que, en las semanas siguientes, prepararán una propuesta técnica y económica para CAMFA. Dicha propuesta acabará llegando sin excesivo retraso. En ella, la Universidad se compromete a automatizar la cámara frigorífica. Para la parte más complicada (detectar el secado del embutido) sugiere diversas alternativas. Las dos más sólidas son la visión por computador y los ultrasonidos. Mediante el sistema de visión por computador, el grupo de Informática Industrial propone realizar I+D para determinar si puede aplicarse esa técnica de visión a la detección del estado de secado. El grupo cree que el seguimiento constante y automático de la evolución de la forma y volumen del embutido colgado, puede trasladar la información necesaria para conocer el nivel de secado. Como tecnología alternativa, propone los ultrasonidos, que aplicados sobre cada embutido trasladarán información sobre su contenido de agua. No es una técnica muy conocida por parte del Grupo de investigación, pero entienden que es aplicable a ese caso.
La propuesta incluye también el estudio del Grupo de Física Ambiental para modelizar la circulación de aire en el interior de la cámara. Pero no para optimizarlo. El Grupo no tiene esa capacidad técnica. Sin embargo, Manuel considera que si se detectan las zonas dónde las condiciones no son las adecuadas, ello será suficiente para que los técnicos de CAMFA mejoren el diseño. El presupuesto global de la Universidad es de unos 400.000€. A esa cantidad, hay que añadir los recursos que CAMFA debía dedicar al proyecto, principalmente en horas de técnicos, en una cámara de experimentación que la Universidad le pide, etc. Pero la empresa puede obtener subvenciones para proyectos Universidad Empresa del Ministerio y financiación en buenas condiciones del CDTI para este tipo de proyectos.
Esta es la situación. La pregunta clave en este caso es la siguiente: ¿Debe la empresa establecer esta colaboración con la Universidad?
Mi respuesta es que no. Nunca debemos acudir a un centro de investigación para un proyecto de este tipo. Para ese director técnico de CAMFA la mejor opción sería acudir a una ingeniería del sector (aunque con ello, no tenga las ayudas públicas que tiene con la universidad). En todo caso, a lo sumo, la colaboración con la Universidad podría centrarse en el desarrollo del sensor para detectar el secado del embutido (por las características de ese desarrollo específico, una colaboración de I+D con una universidad es una buena opción).
La transferencia lenta y larga de tecnología
Veamos ahora el tema desde el punto de vista de la Universidad: ¿Deben las universidades dar respuesta a cualquier necesidad de innovación de las empresas? Yo pienso que no. Basta acudir otra vez a la tabla del inicio de este post para saber cuando es oportuno y cuando no lo es.
Por otra parte, ¿a qué nos referimos cuando decimos que la investigación de las universidades debe dirigirse a las necesidades de las empresas? ¿Estamos diciendo (siguiendo el caso que aquí hemos presentado) que las Universidades deben convertirse en ingenierías? ¿No se quejarán entonces los proveedores, las ingenierías y las consultoras de competencia desleal del sector investigador público? Además, ¿no estaríamos reconvirtiendo buenos científicos en malos ingenieros? ¿Y no estaríamos minando por tanto la capacidad científica de esos grupos de investigación? Es decir, su capacidad para desarrollar en el futuro sensores como el que se requería en el caso aquí presentado.
Yo no entiendo esas demandas que piden dirigir las universidades a las empresas. No las entiendo ya que no concretan cual sería el escenario alternativo al actual.
Creación de nuevos proveedores de innovación.
Un escenario que personalmente considero óptimo pasa por la creación –por parte de los grupos de investigación- de nuevos proveedores de innovación. Me refiero a la creación de empresas emergentes tecnológicas, startups y spinoffs. Esas empresas emergentes son un tipo de proveedor distinto a las universidades, mucho más cercano a las corporaciones, por tipo de innovación, por lenguaje y por aportación de valor.
Además, muchas de esas empresas acaban siendo compradas por las corporaciones tradicionales. Y ello no deja de ser un proceso de transferencia de tecnología (aunque lento). Quiero recordar el caso de Goodgut, una empresa creada en 2014 por parte de la Universidad de Girona y del Instituto de Investigación Biomédica de Girona. Hace poco ha sido adquirida por Hipra, esa corporación dedicada a la sanidad animal que sin pausa se está introduciendo en el sector farmacéutico. La pregunta es: ¿En 2014 hubiese estado Hipra interesada en la I+D de los grupos de investigación que crearon Goodgut? No. Por supuesto que no.
Curioso, pues: Hipra ha pagado un precio muy alto por esa pequeña empresa biomédica surgida de la investigación pública. Podría haberse ahorrado ese dinero si hubiese colaborado con esos grupos en 2014. Efectivamente. Pero nada aseguraba el éxito de aquella investigación. Las incertidumbres eran enormes. Hipra ha pagado un precio alto pero ha sido por algo seguro, sin riesgos tecnológicos y con pocos riesgos de mercado. Por tanto, Goodgut ha sido una ruta para valorizar la tecnología. Ha sido un largo proceso de transferencia de tecnología, ya que ha durado desde 2014 hasta 2021. Largo pero ha sido exitoso.
Esa es la forma en que debe hacerse la transferencia de tecnología en el nuevo siglo. Es una manera que no cuestiona la I+D pública, sino que la justifica y la refuerza.