Criticamos a nuestros científicos por sus papers. Lo hacemos buscando argumentos para defender la transferencia de tecnología. Pienso que esta defensa de la transferencia y de la aplicación de la Ciencia no debería pasar por cuestionar las publicaciones científicas. Los científicos deben publicar. Y mucho. Sin publicaciones, un territorio no aparece en el mapa de la Ciencia mundial (y sin Ciencia no hay impacto, no hay transferencia de tecnología).
Trato de explicarme mejor. Para ello, acudo a los estudios comparativos. El mundo mide constantemente y compara. Los países, regiones y ciudades (y las universidades) son incansablemente estudiados y situados en rankings. Se analizan muchos temas. Por ejemplo, la mejor ciudad para vivir. Pero en este blog y para este post interesan la ciencia, la tecnología, el emprendimiento, la innovación.
Veamos una de las medidas comparativas de estos temas: El Global Innovation Index de la World Intellectual Property Organization (WIPO), que se publica cada año (la edición 2021 acaba de ver la luz, hace pocos días). Ese análisis estudia países y los compara utilizando unos 80 indicadores. En la edición 2019 fueron 129 las naciones estudiadas. En la de 2021 ya son 132. Os informo que España ocupa la posición 30, empeorando ligeramente las puntuaciones en relación a los dos años anteriores. El informe resalta algo que ya sabemos: el país puntúa mejor (un poco mejor) en inputs de la innovación que en outputs. En inputs está en el puesto 28 de los 132 países y en outputs está en el lugar 29. El resumen sería que España está en el lugar que le corresponde según su nivel de desarrollo. Es lo que dice el informe a través de la gráfica siguiente.
El Global Innovation Index de la WIPO no sólo estudia países. También los clústeres más potentes de ciencia y tecnología, normalmente ubicados alrededor de grandes ciudades. Personalmente me interesa más este análisis. Estoy convencido de que ya ahora (y cada día más) las unidades geográficas esenciales de competencia global son las ciudades. El Índice enumera pues los 100 polos científicos y tecnológicos más importantes del mundo, basándose en las publicaciones científicas y las patentes. La metodología que han usado para su análisis es la siguiente:
- Han seleccionado los inventores en la base de datos de patentes PCT de la WIPO para el período 2015-2019. Les han resultado 1,1 millones de patentes y 3,2 millones de inventores.
- Han seleccionado los autores de las publicaciones científicas de la Web of Science (Science Citation Index Expanded) para el mismo período. Han estudiado 9,1 millones de artículos científicos que habían sido escritos por 27,7 millones de autores.
- Han georeferenciado inventores y autores
En el índice, a cada uno de los 100 polos mundiales principales se le asigna el valor que resulta de la suma de dos cifras: 1) El % de patentes PCT sobre el total de 1,1 millones y 2) El % de publicaciones científicas sobre aquel total de más de 9 millones. Entre los 100 polos que concentran gran parte de la actividad científica y tecnológica mundial están Madrid y Barcelona. Os digo cuáles son los 10 primeros: 1) Tokio (y toda su extensa zona metropolitana), 2) La gran zona urbana que definen las ciudades de Shenzhen, Hong Kong y Guangzhou, 3) Pekín, 4) Seúl, 5) San Jose–San Francisco (Silicon Valley), 6) Osaka, Kobe y Kioto, 7) Boston, 8) Shanghái, 9) Nueva York, 10) Paris.
Madrid y Barcelona están empatadas en los puestos 46 y 47, con la misma puntuación (y ambas pierden un puesto en el Índice 2021 en relación al índice 2020). Pero una y otra tienen perfiles algo distintos:
- Madrid tiene el 0,58% de todas las publicaciones analizadas y el 0,13% de las patentes PCT. El ranking le asigna un valor sumatorio total de 0,71
- Con el mismo sumatorio de 0,71, Barcelona está un poco más equilibrada ya que tiene el 0,49% de esos 9,1 millones de publicaciones y el 0,22% de esos 1,1 millones de patentes PCT.
El Índice de la WIPO avanza un paso más en su metodología: Cuando tienen todos los datos, aplican un algoritmo de densidad espacial o geográfica. Es decir, consideran la densidad de población en el clúster o ciudad en cuestión. Con ello, relacionan el valor antes obtenido por cada clúster (0,71 en los casos de Barcelona y Madrid) con esa población. Haciendo este ejercicio, resulta una nueva ordenación o listado. En él, Barcelona está en la posición 63 y Madrid en la 76.
¿Qué conclusiones podemos sacar de esa visión rápida del Global Innovation Index de la WIPO? Yo obtengo las siguientes (alguien me las podrá criticar, ya que voy más allá de lo que los números indican):
- Necesitamos una sociedad más densa en científicos y tecnólogos, para que generen más publicaciones y patentes per cápita.
- No critiquemos a nuestros científicos cuando publican (pero admitiré que los cuestionéis por no aplicar el conocimiento de esas publicaciones). Recordemos que las publicaciones científicas y las patentes son importantes -muy importantes- para situar las ciudades en los rankings globales. Tened presente que las multinacionales se fijan también en esos rankings para distribuir sus centros de I+D por el mundo.
- Madrid y Barcelona tienen perfiles ligeramente distintos. Ambas tienen un buen posicionamiento científico y, aunque ninguna de las dos es muy activa patentando, Barcelona presenta unas cifras superiores en este apartado.
- Mi siguiente reflexión apunta a las empresas españolas: ¿Por qué no son más activas innovando y solicitando patentes? Constantemente criticamos a nuestros políticos por no hacer política industrial. Pero…. realmente, ¿las barreras están en la actuación pública? ¿o están (esencialmente) en las mismas empresas y la actuación pública poco puede hacer? La realidad es que nuestro tejido empresarial es en general poco intensivo en I+D y tecnología. Hacer evolucionar este tipo de organizaciones hacia empresas intensivas en I+D es un reto enorme.
- Pienso que la transferencia de nuestra Ciencia a través de la creación de nuevas empresas Deep Tech es un camino que permite la regeneración del tejido empresarial. Fijaros en Cambridge, en el Reino Unido. A pesar de tratarse de una ciudad muy pequeña (poco más de 100.000 habitantes), concentra el 0,29% de las publicaciones científicas y el 0,26% del total mundial de patentes PCTs. Esencialmente las solicitan las empresas surgidas desde la investigación de frontera que se realiza en ese polo de Ciencia. Recuerdo que, en Barcelona, Fractus (spinoff de la UPC) fue durante unos cuantos años el mayor solicitante de patentes en España (empatada con el CSIC).
La creación de empresas desde la ciencia genera resultados como los que The Economist mencionaba en 2019 en su publicación Uncovering tomorrow’s innovation hotspots. The cities striving for emerging technology leadership. The Economist se preguntaba por los polos mundiales que complementarían Silicon Valley en el futuro próximo. Allí decía que “las conclusiones del informe se basan en el análisis de la financiación de capital de riesgo de las empresas que desarrollan tecnologías emergentes y en datos relacionados con las universidades, la actividad de networking y otros aspectos de innovación de las ciudades”. ¿Y cuáles eran esas conclusiones? Las que resume la tabla siguiente: Gracias a esas empresas emergentes, una ciudad como Barcelona aparece como uno de esos 24 polos mundiales de tecnologías del futuro. Ese es el gran impacto de la Ciencia.
La cosa que me parece mas absurda en esta manera de ver la ciencia y la innovación es la incapacidad de estas cifras de distinguir los aspectos cualitativos de la tecnología. Los numeros de patentes y de papers no nos dicen nada ni sobre la calidad ni sobre la función social de esta producción científica. Podemos tener miles de empresas en España patentando tecnología para hacer fracking o nuevas armas y estos números nos enseñaría un país muy innovador cuando en realidad seriamos un país sin futuro. Mas que esta obsesión cuantitativa con la innovación deberíamos preguntarnos para que queremos innovar? para que unas pocas empresas crezcan y generen un pocos empleos precarios o para conseguir una sociedad mas justa y mas sostenible? Estas preguntas el WIPO no las hace por la respuesta podria ser muy incomoda. Podrian darse cuenta de que la mayoria de estas patentes e innovacion no sirven pa nada.
Hola Mario. Efectivamente, los números no dicen nada de la calidad de un y otro indicador. Sin embargo, creo que la razón fundamental por la que se mira esa cantidad y no la calidad no es la que indicas. Mirar la cantidad en todo el mundo es técnicamente viable. Analizar la calidad de esos 100 clústeres mundiales sería un proyecto ingente. No creo pues que no se asuma por “miedo” a los resultados sino por la inmensidad del trabajo que habría detrás. Cierto, por si sola, la cantidad no dice mucho. Pero si sugiere cosas sobre la geografía de la Ciencia y la Tecnología (por ejemplo, a mi me sorprende y me concede esperanzas que una ciudad como Teherán sea un gran polo científico, aunque no tenga apenas actividad de aplicación de esa ciencia).
Entiendo tu punto Pere y estoy de acuerdo. Sin embargo, los indicadores no son neutrales. Son performativos, o sea ayudan a modificar y a crear la realidad. Si usamos el PIB para medir el desarrollo de un país por ejemplo, los politicos harán políticas para maximizar este indicador. No importa si esto require talar la amazona o construir hospitales. Las 2 cosas contribuyen a la subida del PIB. Lo mismo pasa cuando decidimos medir la producción científica con el numero de papers y patentes. Si a nosotros los científicos nos obligan a publicar x paper al año, la calidad bajará drásticamente. Sin hablar de las paradojas de meter todas las disciplinas en el mismo cajon. Dudo yo que el mismo numero de papers en un dept de filología y en uno de teleco tengan el mismo impacto en el tejido industrial de un país. Yo creo que el problema es más serio y es más profundo y tiene que ver con el rol de la producción de conocimiento en nuestras sociedades. Si se reduce de forma instrumental a herramienta a servicio de la economía de mercado pierde su valor emancipatorio y produce non-sense como el WIPO.
un saludo y gracias por contestarme ; )
Gracias a ti. No quiero robarte más tiempo del necesario pero te digo que estoy de acuerdo contigo. Por supuesto, cuestiono el PIB como medida de crecimiento (ojalá podamos algun dia concretar la visión de Nick Hanauer y Eric Beinhocker sobre la prosperidad). Debemos también evaluar como la humanidad está produciendo y esparciendo conocimiento. Hemos “abusado” del sistema. Pero… debemos ser cautos a la hora de implantar una nueva solución. No quisiera que los cambios se hagan como con la Ciencia Abierta. Tengo la sensación que lo único que ha cambiado es que ahora las bibliotecas de las universidades pagan por publicar vuestros artículos, no por acceder a las bases de datos.
Hola Pere:
Enhorabuena por el artículo. Los indicadores son solo indicadores: tienen la ventaja de poderse comparar pero solo “indican”, es decir, explican parte de la realidad. Los indicadores ayudan a hacerse preguntas que son más cualitativas. Dices en tu interpretación que quizá no debemos criticar tanto a nuestros políticos y sí más a la empresa española que es “poco intensiva en I+D y tecnología”. Esto es un hecho. Ahora, ¿dónde buscamos la causa? En mi opinión, tenemos empresas pequeñas, poco productivas y mal gestionadas debido a que el sistema económico español es lo que alimenta. Empresa privada y Administración pública deben de ir de la mano para dejar de perder “décadas”. La Administración Pública puede hacer mucho para cambiar ese entorno.: por ejemplo, compra pública innovadora (donde el factor económico o precio sea el 50% de la evaluación), invertir en empresas tecnológicas, facilitar la reinversión y el crecimiento de las empresas… una Administración Pública exigente desde la demanda debe hacer mejor a las empresas a las que compra y donde invierte.
¡Gracias por tu opinión y tus comentarios Iñigo! Creo que la inmensa mayoría de los que nos dedicamos a la innovación (en un sentido amplio) estamos de acuerdo en gran parte de las causas y las posibles soluciones de las debilidades de nuestra economía. Es cierto que todos tenemos una visión particular, una óptica algo distinta, fruto de nuestra experiencia y de los lugares en los que desarrollamos nuestra labor (yo, por ejemplo, lo veo desde el prisma de la Ciencia y la Transferencia). Con ello, te digo que estamos de acuerdo en la necesidad de que la administración tenga un papel relevante (y casi de liderazgo) en el cambio empresarial. Y también estamos de acuerdo en el ejemplo que pones, el de la compra pública. Y también en que la causa es nuestro sistema económico (y yo añadiría que el sistema económico es una expresión de la sociedad). Necesitamos pues una estructura empresarial más potente, más industrial y más innovadora. Y el lado público tiene ahí un papel. Pero mi comentario en el artículo trata de señalar (también) la propia responsabilidad de las empresas, de los empresarios, de los consejos de administración, en el proceso de cambio y de innovación y de evolución de nuestra economía. Se habla poco de ello. Deberíamos (pienso) “apretarlos” un pelín más, recordándoles su papel relevante en ese cambio social y económico. Deberíamos recordarles y valorarles (y pedirles) esa cultura industrial, de fabricación local, de inversión, de riesgo, de alto crecimiento… Ese era el sentido de ese apunte en el artículo. Un abrazo!
Errata: debe decir “El factor económico o precio no sea…”