El modelo económico planetario es (casi) único. No hay opciones alternativas. En él, lo privado y lo público están siempre próximos y bien mezclados. Uno de los ámbitos en los que la mixtura es más excelsa es el de la I+D, la innovación y la tecnología. Las reglas para el impulso de esos conceptos son bien conocidas y universales. Así pues, un país no puede innovar en sus políticas de soporte a la I+D, la innovación y la tecnología (por supuesto, si puede –y debe- personalizar y adaptar esas políticas a su contexto local). En estos ámbitos, la única decisión de relevancia que las autoridades toman es el volumen de la apuesta. Los gobernantes sólo deciden en qué posición mundial quieren situar el país que administran. Y lo hacen a través de los recursos asignados. No se puede decidir nada más. Es una única pregunta la que deben hacerse: ¿Dónde situamos el país en el ranking mundial?
Decía antes que las reglas para impulsar I+D, innovación y tecnología son bien conocidas. Pero debo matizar esa afirmación. Parece ser que a los adminstradores públicos les cuesta entender como debe ser su intervención para impulsar esas ideas. Al tener poco tiempo, les hago aquí un brevísimo resumen, para que puedan leerlo en media hora esta mañana de domingo. Uso una gráfica que -de un solo vistazo rápido- transmite cuantiosa información conceptual. Es la siguiente:
El dibujo proviene de un estudio ya lejano en el tiempo (por tanto, muy conocido). Es un informe preparado en 2004 por el doctor Heikki Kotilainen por encargo de Tekes, la Agencia Nacional Tecnológica de Finlandia. Fijémonos en varias cosas. Hay varias políticas grafiadas en ese dibujo:
- Política científica (que impulsa la investigación pública, tanto la básica como la aplicada),
- Política tecnológica,
- Política de innovación y
- Política industrial.
La gráfica tiene dos ejes. El de las abscisas es la rapidez del impacto de las medidas o políticas adoptadas. El eje de las ordenadas representa el beneficio que esas políticas trasladan a la sociedad. Un concepto brutalmente relevante, que debería estar en el corazón y en la genética de cualquier servidor público responsable.
Vemos por ejemplo que las políticas industriales tienen un impacto muy rápido. Sin embargo, son medidas que representan menor beneficio. En el lado opuesto se encuentra la política científica, cuyo impacto es muy lento pero que representan un gran beneficio para la sociedad. Dentro de esas políticas científicas, la gráfica distingue entre ciencia básica y ciencia aplicada. Otra vez, la primera tiene mayor beneficio social, pero su impacto llega con más lentitud.
¿Qué ejemplo os puedo trasladar para entenderlo rápidamente? Por ejemplo, el de la Bioregión catalana. Existen hoy más de 1.200 empresas en la bioregión y llegan inversores de todo el mundo interesados en esta enorme concentración de actividad biomédica y biotecnológica. Muchas de estas compañías diseñan y fabrican medicamentos que serán vitales para multitud de personas. ¿Dónde están los orígenes, la base de esta realidad actual? En las políticas de soporte a la I+D básica realizadas en los años 90 del siglo pasado y en las políticas de innovación de la primera década del 2000. Ni más ni menos.
La lentitud en el impacto puede ser vista también como inercia. Cuesta mucho crear un sistema científico en un país y desarrollarlo hasta que llegue a tener ese impacto. La velocidad de impacto es también negativa. Es decir, que cuando a ese sistema científico no se le alimenta adecuadamente, se tarda tiempo en ver las manifestaciones negativas de esa debilidad. Pero llegan inexorablemente. Os avanzo que en esta década en la que hemos entrado, se plasmarán las consecuencias de aquella nefasta austeridad usada para capear la gran crisis. Fueron políticas que hace 10 años muchos abrazaron con fervor, más por ideología propia (y lo que es peor: mal entendida) que por imposición externa, tanto en España como en Catalunya.
Creo que los políticos prefieren siempre un impacto rápido. La necesidad de una competitividad inmediata del país puede ser la respuesta. Pero no puede trabajarse sólo esa capacidad competitiva actual. Por ejemplo, ¿cómo repartiremos los Fondos Next Generation? Es evidente que la velocidad de impacto es el elemento esencial que guía el reparto. Los proyectos con las grandes empresas españolas buscan esa inmediatez. Pero, con ese impacto rápido, el beneficio que trasladarán a la sociedad será bajo. ¿Habrá fondos destinados a las políticas (por ejemplo, la científica) que tienen mayor beneficio para la sociedad? Por lo que yo he entendido, serán los menos.
Fijaros en otros detalles de la gráfica. Así, las políticas de innovación son muy amplias, van desde la ciencia básica, pasando por la política tecnológica y llegando a la I+D industrial. Son las políticas que actúan de aglutinantes y catalizadores.
Y ahora voy al último detalle de la gráfica. Se encuentra a la derecha y tiene forma de flecha ascendente. Es el más importante. Se refiere a la madurez de la sociedad, del país que define las políticas. Una sociedad más madura impulsa políticas a más largo plazo. Una sociedad inmadura se centra sólo en lo inmediato. Y obvia lo que dará gran impacto, aunque alejado en el tiempo. Por ejemplo, las políticas científicas. Por tanto, se puede decir aquello de “analiza las políticas de ciencia, tecnología e innovación y sabrás cuán maduro es tu país y la sociedad que ha conformado”.