Hace unas semanas, en el marco del Biz Barcelona, participé como moderador en una mesa redonda sobre como las universidades responden a los retos de la sociedad y de la empresa a través de la Deep Tech. Uno de los participantes era Gonçal Calvo, director de Innovación de BMAT Music Innovators. Esta semana que acaba, en el Deep Tech Initiator de la Universidad de Girona, hemos vuelto a acudir a Gonçal para que nos contase sobre esa spinoff de la UPF. Hago ahora un resumen de ambas presentaciones para profundizar en esa empresa tecnológica que muestra cómo, efectivamente, el conocimiento y la I+D, se acaban convirtiendo en tecnología y en servicios. Y clusterizan en el territorio.
Las siglas BMAT responden a Barcelona Music and Audio Technologies, una empresa creada hace ya 15 años y que hoy cuenta con unos 140 empleados trabajando en 13 países, ya que necesitan proximidad a sus clientes. Gran parte de la plantilla son gente altamente cualificada. En concreto, tienen 110 ingenieros y un departamento de I+D formado por 24 investigadores. Estas personas encuentran en BMAT un lugar en el que desarrollar todas sus potencialidades y expectativas, generadas a través de su intensa formación.
BMAT tiene su origen en el grupo de investigación Music Technology Group (MTG) de la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Fueron tres doctorandos de ese grupo (¡los doctorandos están detrás de una gran parte de las spinoffs generadas en Catalunya!) quiénes se propusieron adentrarse en el mercado de la tecnología musical, en un momento en que todavía se estaba conformando el nuevo y actual modelo en ese sector, ahora totalmente digital. Aunque no tiene relación con ellos, recuerdo que Napster se creó en 2001, iTunes apareció en 2003 y Spotify en 2006.
El primer cliente de BMAT fue Yamaha, en 2007, para su producto BodiBeat. Se anunciaba entonces como un reproductor de música para personas a las que les gustaba hacer ejercicio y que consideraban que el ritmo de la música no se ajustaba al ritmo del ejercicio que se desarrollaba en cada momento (corriendo a tope y de golpe la canción que suena es muy lenta). El BodiBeat de Yamaha buscaba por nosotros la canción más adecuada en cada momento en función del ritmo cardíaco.
BMAT monitoriza música, ha creado tecnología para identificar audio en canales de radio y televisión y en grandes eventos (para quiénes no conozcan ese ámbito, simplifico diciendo que su tecnología hace como Shazam). Con sus datos, informa a las entidades de gestión colectiva de autores y así los artistas son adecuadamente compensados.
Su plataforma graba constantemente más de 6.000 canales de radio y más de 1.500 de TV y detecta las canciones que debe seguir, comparándolas con su base de datos de más de 100 millones de canciones (actualmente, añaden unos 2 millones de canciones cada mes a esa base de datos). Esa misma plataforma analiza 230 millones de transacciones digitales por hora y ofrece cerca de 92 millones de identificaciones por mes. La música que identifican y graban diariamente equivale a 22 años de reproducción. Ellos estiman los royalties que ayudan a distribuir en unos 2.000 millones.
Sus clientes son de …. ¡134 países! (¿no será BMAT una de las empresas catalanas con clientes en un mayor número de países?). Ofrecen sus servicios a más de 100 entidades de gestión colectiva (como por ejemplo la sociedad general de autores española) y a más de 2000 compañías discográficas, editores de música y plataformas DSPs (demand side platform). No sólo analizan música on-line. También se han especializado en lo “físico”. Siguen pues la música de más de mil discotecas y grandes eventos en todo el mundo. Son los notarios de la música. Su dictamen es aceptado por unos y otros, artistas y autores por un lado y usuarios por el otro.
Por supuesto, todo se basa en su tecnología. Vericast, su plataforma es capaz de distinguir las canciones entre multitud de otros sonidos con los que frecuentemente viene acompañada (pensemos que también identifican la música cuando es de fondo, cuando hay otros sonidos principales en lo que graban) y también detecta las variaciones y adaptaciones de las canciones. No es por tanto una “simple” comparación, sino que abasta las similitudes.
BMAT no ha tenido inversores. Es algo que deberíamos considerar como ecosistema: hay empresas que están creciendo mucho y de manera rápida sin inversores. Pero en cambio, para ellos fueron claves las ayudas públicas, de ENISA, por ejemplo.
Finalmente, BMAT es el pilar esencial del nuevo sector de la música y la tecnología en Catalunya. Se ha publicado recientemente el informe Music Tech in Catalonia, elaborado por el Área de Cultura Digital del ICEC con la colaboración de Catalan Arts. Según el informe, ese sector engloba 24 empresas con un total de 168 personas. Por supuesto, BMAT tiene la mayor parte de ese colectivo total.
BMAT es el pilar de un sector emergente en Catalunya. Y todo esto viene de un grupo de investigación de una Universidad, un grupo que desarrollaba Ciencia (entendida como la búsqueda libre del conocimiento, sin el anclaje a “lo real”, a lo existente o de interés en ese momento) pero que se planteó la aplicación práctica de ese conocimiento. Ese es el perfil de los territorios y los países que hoy lideran el mundo, los que combinan la libertad de los investigadores con esa cultura de la aplicación.