El pasado fin de semana leí un detallado artículo, muy buen artículo, sobre lo que le está pasando a Wework. Se trata de How WeWork spiraled from a $47 billion valuation to talk of bankruptcy in just 6 weeks, en Business Insider, firmado por Dakin Campbell. Hago un resumen del mismo en este post
En WeWork, todo giraba alrededor de su fundador y CEO, Adam Neumann, un personaje pintoresco. A lo largo de los años, Neumann ha establecido una serie de acuerdos y relaciones con “su” compañía que no han sido del todo apropiados: Préstamos y líneas de crédito personales por centenares de millones de dólares, cesión de derechos por la marca WeWork, obligación de buscar un CEO en su familia en caso de que el muriese, alquiler de edificios suyos a la empresa, control casi total, etc. Unos acuerdos y condiciones totalmente atípicas. Por otra parte, su vida privada ha estado llena de excesos. Menciono únicamente los grandes préstamos (de WeWork mismo y de inversores en WeWork) para comprar viviendas, una de las cuáles le costó más de 10 millones de dólares. En 2017 se gastó 35 millones para adquirir cuatro apartamentos en el mismo edificio de Nueva York.
Sabemos todos que WeWork quería salir a bolsa. Sabemos también que había crecido enormemente. Actualmente tiene 12.500 empleados y su valoración reciente era de 47.000 millones de dólares, 47 veces lo mínimo para ser un unicornio. Durante su proceso de crecimiento, inversores le habían inyectado miles de millones de dólares. El grupo japonés de telecomunicaciones SoftBank es el capitalista de referencia. Las aportaciones que ha realizado a WeWork están próximas a los 9 MIL millones de dólares.
A mediados de agosto, la compañía formalizó ante la Comisión de Valores americana los papeles para cotizar en bolsa. Se trataba de una oferta pública (IPO) estratosférica: 47 millones de valoración. Esos papeles de solicitud de la IPO son siempre públicos, disponibles a través de Internet, para que todo el mundo pueda medir y valorar la propuesta.
Lo que ocurrió a partir de ese momento no había sido habitual en el mundo de Silicon Valley. Parece ser que los casos de Theranos y de Uber han escamado a inversores y periodistas. El caso es que el mundo de la prensa analizó con lupa todos esos papeles. Y lo que encontraron no les gustó y lo dijeron. Artículos de The Wall Street Journal, Financial Times, New York Times, Business Insider o Bloomberg cuestionaron que WeWork fuese una empresa de tecnología, recordaban sus enormes pérdidas de casi 2.000 millones en 2018, descubrían las extrañas relaciones entre el fundador Adam Neumann y la empresa… En pocas horas, Financial Times y Wall Street Journal sugirieron públicamente que seguramente la compañía debería reducir su valoración para ser atractiva para el inversor. Los titulares negativos continuaron en los días siguientes. Un editorial del Financial Times dijo, sobre Neumann, “Beware the dead hand of the controlling founder”. Otro artículo de opinion decía “WeWork’s magical thinking disguises a flawed model”.
El problema principal era que WeWork necesitaba urgentemente dinero para seguir con su expansión mundial. SoftBank estaba dispuesto a realizar nuevas aportaciones, a las que Neumann contaba sumar las provenientes de la IPO. Ello le permitiría continuar sustentando la expansión. Pero las noticias negativas siguieron a primeros de septiembre y los gestores de la empresa ya consideraban valoraciones de entre 20.000 y 30.000 millones. El domingo 8 de septiembre hablaban ya de menos de 20.000. Pocos días más tarde, Reuters informaba que la compañía estudiaba una valoración de alrededor de 10.000 millones, muy inferior al capital total que había incorporado para llegar a ese punto. Neumann todavía constaba como CEO. Pero Wall Street Journal comentó sobre su frecuente consumo de marihuana. Ello colmó el vaso de la paciencia de SofBank y el 24 de septiembre Neumann fue cesado por el consejo de administración.
Ayer mismo WeWork anunciaba que abandona momentáneamente sus planes de cotizar en bolsa. El artículo de Business Insider acababa diciendo que a partir de ahora los esfuerzos de la compañía van a centrarse en…. ¡no llegar a la bancarrota!. ¡Increíble lo que le ha pasado a WeWork en un mes y medio! Pero lo peor es que el caso WeWork puede cuestionar también apuestas como la que el director de SoftBank, Masayoshi Son, ha realizado por el mundo startup. Su empresa tiene participaciones en compañías como Boston Dynamics, Alibaba, Yahoo Japan, Uber, Improbable Worlds, Slack Technologies, Compass, Katerra o Tokopedia, entre muchas otras.
Desde fuera, WeWork nos había parecido un soplo de aire fresco, una renovación en el mundo de los espacios de trabajo. Esperemos que pueda recuperarse. Esperemos también que la desconfianza que este caso va a generar no se extienda y todo el mundo sea capaz de ver las grandes aportaciones que realizan a la sociedad y a la economía las nuevas empresas tecnológicas (las que sí lo son realmente).