El CERN en el mayor laboratorio de física de partículas del mundo, promovido y financiado por 60 países. Sus proyectos de investigación implican a más de 10.000 científicos de 600 universidades y centros de investigación de todo el mundo. Esa instalación es lo que más se asemeja a un proyecto común de la humanidad, orientado a un objetivo global. Y se hace por nuestra curiosidad: nos ayuda a entender cómo se generó el Universo. La curiosidad de la humanidad ha sido siempre y hoy lo es aún más uno de los grandes estímulos para la Ciencia y para la creación de tecnología.
En ese laboratorio se aceleran las pequeñas partículas que constituyen la materia, se hacen chocar entre sí y de ese choque surgen múltiples partículas todavía más pequeñas, que tienen que ser detectadas por máquinas especiales. Los experimentos realizados de esta manera han confirmado la existencia del bosón de Higgs, el elemento más sutil y que sólo vive durante una miltrillonésima parte de un segundo.
En el complejo del CERN se hallan seis aceleradores de partículas. También el llamado Large Hadron Collider, que tiene como elemento fundamental un enorme anillo situado a 100 metros de profundidad y de casi 30 km de recorrido repleto de “tecnología”, de grandes máquinas desarrolladas explícitamente para ese proyecto y sin las cuáles esa Ciencia no sería posible.
Todo lo de científico que ahí ocurre no sería posible sin los grandes imanes que generan campos magnéticos para acelerar las pequeñas partículas, o sin los inyectores o los detectores de las colisiones. El gran colisionador LHC incluye cuatro detectores. Uno solo de ellos mide casi 50 metros de largo y pesa 7.000 toneladas. Son monstruos tecnológicos desarrollados expresamente para ese proyecto. Y su desarrollo supone una gran complejidad, poco conocida por el gran público. Aún siendo tremendamente complicado, conocemos mucho mejor el proceso de investigación que se realiza sobre las máquinas del CERN que no sobre el desarrollo de esas mismas máquinas.
En estos momentos el CERN plantea la construcción de un acelerador de 100 km de recorrido y con una energía varias veces superior. Ese va a ser un salto muy propio del mundo de la tecnología. Hoy sabemos que la tecnología se mueve por saltos, por impulsos bruscos, por algo parecido a descargas o latidos. Cada uno de esos latidos aumenta las prestaciones de la tecnología de manera espectacular, en relación a lo que había hasta ese momento. El nuevo colisionador, con tecnología mejorada, supondrá un gran salto en las prestaciones. Con ello, se espera que el nuevo instrumento contribuya a expandir significativamente el conocimiento de la materia y el universo.
El diseño de este nuevo acelerador es -otra vez- un gran ejemplo de colaboración internacional. Están trabajando en él más de 1.300 científicos de 150 universidades, institutos de investigación y empresas industriales. Tecnología compleja, desarrollo complejo, medio mundo implicado… este es un escenario de desarrollo tecnológico muy propio de los tiempos modernos.