O como las pequeñas ciudades tradicionales pueden convertirse en grandes hubs tecnológicos mundiales en pocos años.
¿Sabéis dónde está Zug? Si leéis el libro de Andy Robinson “Un reportero en la montaña mágica” tendréis una idea. En uno de los capítulos habla de Zug, ese lugar “donde no se pagan impuestos”. Zug está en Suiza. Es una pequeña población, de unos treinta mil habitantes, situada en las orillas del lago Zugsee, a una hora de tren de Zurich. El cantón de Zug tuvo primero su economía tradicional, con agricultura y también industria pesada. Después fue capaz de atraer a grandes empresas farmacéuticas y médicas. Por ejemplo, corporaciones como Johnson & Johnson y AstraZeneca tienen sedes en el cantón. Pero, no sólo a esos monstruos. De hecho, miles y miles de empresas están domiciliadas en Zug. Puedes encontrar a 300 domiciliadas en un mismo edificio. Son las llamadas “empresas buzón”. Varios centenares de sedes globales de compañías multinacionales están también en la zona.
¿Qué tiene ese lugar para ser capaz de atraer a esa ingente cantidad de empresas?
Alguién ha dicho que Zug es un paraíso fiscal dentro de otro paraíso fiscal. Tanto los impuestos personales como los empresariales son manifiestamente bajos, los más bajos de Suiza. Por ejemplo, el impuesto de sociedades es del 14%. Se ha ido convirtiendo en lo que es desde la Segunda Guerra Mundial, cuando se decidió aprovechar la cercanía a Zurich, capital del secreto bancario. Miles de puestos de trabajo se dedican hoy a la gestión de ese espacio casi libre de impuestos.
En ese contexto competitivo, con esa estrategia de desarrollo económico y social, no es de extrañar que Zug se fijase rápidamente en Blockchain y Bitcoin cuando esa tecnología emergente apareció y decidiese utilizarla como una nueva palanca para construir una economía totalmente liberalizada. Niklas Nikolajsen, danés que había trabajado en Credit Suisse y que en 2013 fundó la empresa Bitcoin Suisse, fue la pieza clave para que cuajara esa apuesta en la ciudad. El primer paso fue elaborar una guía sobre como la ciudad trataría a las empresas de criptomonedas. Las empresas tuvieron reglas muy claras desde el primer momento. Ello ayudó a atraer a la Fundación Ethereum a la ciudad. La llegada de esa Fundación desencadenó la creación de un nuevo ecosistema: abogados, consultores, técnicos expertos, empresas…
Se fundó CRYPTO VALLEY en 2017. Esta Asociación, que hoy ya cuenta con más de 400 miembros, tiene por objetivo aprovechar al máximo las fortalezas de la legislación (¡ese es el punto esencial!) nacional para construir un ecosistema blockchain y de tecnologías criptográficas. Por ejemplo, la zona fue pionera en impulsar un código de conducta para realizar una ICO, cuando simultáneamente países como China, Corea o Rusia vetaban las criptomonedas. Es decir, Suiza prefiere aceptar el nuevo fenómeno pero estando cerca de él, intentándolo controlar mediante la regulación. En 2017 se dio una intensa actividad de esas ICOs y se recaudaron más de 9.000 millones de dólares.
Zug se ha configurado además como un espacio libre de impuestos para las iniciativas cripto, una especie de centro de divisas mundial (si, por supuesto, este aspecto ha sido también relevante) (y en ningún momento de este artículo entro en valoraciones éticas). Con todo ello, poco a poco, esa pequeñísima ciudad va adquiriendo la fama de ser el Silicon Valley de las monedas digitales.
Hoy hay en Zug más de 400 startups Blockchain y Bitcoin. En 2018 se fundó CV Labs, un espacio de coworking que rápidamente ha tenido que ampliarse. Muchas de esas empresas del sector utilizan ese hub cuando están en la ciudad.
Zug es ya uno de los 12 grandes hubs o ecosistemas Blockchain en el mundo, según el último informe de Startup Genome. Además, según el Informe de Atomico, esta ciudad es la que presenta un mayor crecimiento interanual de asistentes a eventos de meetups.
Nota: Agradezco información para este post a Nelli Orlova, CEO de InnMind y cofundadora de Blockchain Leadership Summit.