Hace unos días comentábamos aquí que Beresheet, la misión de Israel a la Luna, había nacido 10 años antes para dar respuesta al RETO planteado por Google y la Fundación X-Prize. La solución a un reto de estas características moviliza a una gran diversidad de agentes y les empuja a innovar y a crear tecnología. Los retos son un gran driver de la innovación. Lo tenemos muy claro desde las misiones de la NASA. Hoy la solución a retos se está extendiendo a distintos ámbitos: académico, emprendedor, corporativo… Y se están abriendo también a la participación del ciudadano. La co-creación y el crowdsourcing son conceptos relacionados con estas ideas. El sector público de ciertos países está asumiendo esta misma dinámica. Os cuento aquí el caso de la administración estadounidense.
La administración Obama (¿cuál iba a ser si no?) puso en marcha en 2010 la web Challenge.gov. Su intención era animar a las agencias federales a qué implicasen a los ciudadanos en la solución de problemas retos públicos, a través de plataformas participativas. El marco legal que se adoptó para ello fue la Ley COMPETES, aprobada también en ese mismo 2010.
El portal Challenges.gov ha publicado desde entonces unos 1.000 retos y ha repartido unos 250 millones de dólares como recompensa a las mejores ideas. Esos retos han sido asumidos por gente muy diversa. Por supuesto, empresas y centros de investigación. Pero también estudiantes o inventores.
Ahora mismo Challenge.gov tiene unos 90 retos operativos. Van desde pequeñas y “fáciles” iniciativas (desarrollo de apps para determinadas necesidades de la administración) hasta problemas técnicamente muy complejos. Por ejemplo, está actualmente activo el “Reto de Tejido Vascular” de la NASA, con un premio de 500.000 dólares para quién pueda demostrar la creación de un tejido orgánico. La NASA busca innovaciones que permitan el crecimiento de nuevos tejidos y órganos en órbita para solucionar lesiones corporales traumáticas de la tripulación, mejorar su salud general y también su rendimiento en futuras misiones de larga duración. Ese reto y su premio es esponsorizado por el Programa de Desafíos del Centenario de la NASA, para ayudar a avanzar en la investigación sobre fisiología humana, biología espacial fundamental y medicina.
Otro ejemplo de reto activo en el del Departamento de Homeland Security, el reto de “Detección de sustancias opiáceas”, que se orienta a métodos nuevos, no invasivos, para la detección rápida de esas sustancias en envíos internacionales de correo. Está dotado con hasta 1,5 millones de dólares.
Otro más: La National Geospatial Intelligence Agency destina 1,2 millones de dólares al reto MagQuest, para aquellas propuestas que innoven en la manera de medir el campo magnético terrestre.
Y así hasta los 90 actualmente activos.
Son las nuevas formas de movilizar la innovación. Una parte importante de la innovación mundial se moviliza hoy planteando retos. Lo saben las grandes empresas. Pero también ciertas administraciones públicas.