Un libro precioso es el de Mario Bunge: Ciencia, Técnica y Desarrollo. Este gran sociólogo de la Ciencia desgrana en pocas páginas y con bella prosa dos tesis. La primera es que la ciencia y la técnica son los motores de la innovación en las sociedades modernas. La segunda es que el desarrollo de esas sociedades no sigue una recta sino un polígono. Os adjunto en este post el texto que Bunge dedica en su libro a las condiciones para hacer Ciencia.
Dice Bunge que toda sociedad humana, cualquiera que sea su estado de desarrollo, puede analizarse como un sistema compuesto de cuatro subsistemas: el biológico, el económico, el cultural y el político. Cada uno de ellos condiciona a los otros.
Una revolución cultural (por ejemplo, la emergencia de la investigación científica en una sociedad) requiere condiciones biológicas, económicas y políticas especiales. Un científico no puede realizar su trabajo si no tiene su salud y su sustento básico asegurados. Pero además necesitará libre acceso a la información así como libre intercambio de experiencias y opiniones con colegas nacionales y extranjeros. Necesita también libertad académica para escoger su problema y la manera de tratarlo, así como libertad para difundir el resultado de su trabajo. Estas condiciones generales para hacer investigaciones científicas no han existido siempre ni existen hoy en todas partes. Bunge se refiere a la condiciones concretas siguientes para mantener una comunidad científica en cualquier país del mundo:
- Un nivel básico de desarrollo biológico es una condición necesaria para el arranque y el mantenimiento de la ciencia.
- La economía debe poder sostener investigadores científicos de tiempo completo de cuyo trabajo no se espere ningún beneficio económico inmediato. Una economía de subsistencia obliga a cada cual a dedicarse primordialmente a asegurarse la próxima comida, perpetuando así el ciclo infernal miseria-ignorancia-miseria. Si bien es cierto que aún en condiciones económicas duras pueden surgir algunos investigadores científicos, sus esfuerzos serán esporádicos y no ejercerán un impacto decisivo sobre la comunidad. La investigación científica vigorosa requiere continuidad y una masa crítica de la comunidad científica.
- Es deseable, aunque no indispensable, que la economía pueda usar algunos de los subproductos de la ciencia básica, a saber, la ciencia aplicada y la técnica. Es la capacidad de absorción del sistema. Si se importa del exterior toda la tecnología, la sociedad no comprende la necesidad de apoyar la investigación básica o la formación de investigadores aplicados y técnicos. Donde no hay capacidad de absorción, el Estado puede crearla, mediante programas de fortalecimiento de la industria y programas de creación de empresas intensivas en conocimiento.
- La dedicación a la investigación científica necesita un estado de paz interior y exterior. Las dos guerras mundiales han truncado más investigaciones y liquidado más científicos que cualesquiera otras catástrofes. Y, si bien estimularon algunas innovaciones técnicas -la mayoría de tipo destructivo-, no generaron ningún descubrimiento científico importante. Todas las revoluciones científicas han sucedido en tiempos de paz; en tiempos de conmoción exterior o interior apenas hay tiempo para aplicar lo que ya se sabe.
- Libertad para investigar, cuestionar, discutir, aprender y enseñar. Sin libertad de investigación no puede haber trabajo original sostenido: a lo sumo pueden darse esfuerzos esporádicos en ciencia básica (siempre que esté por encima de las sospechas de los comisarios ideológicos) y alguna investigación aplicada rutinaria, o sea, que emplea resultados obtenidos por investigadores originales en otros lugares o tiempos.
- Sin libertad de información (que incluya la posibilidad de establecer y mantener contactos con científicos y organizaciones científicas nacionales y extranjeras) no hay posibilidad de actualizar la información, particularmente la referente a nuevos enfoques, nuevos problemas y nuevos métodos.
- Sin libertad de debate no es fácil la audacia innovadora: se preferirá el seguro camino trillado, cuando no la mera repetición del dogma oficial. Y, sin libertad de aprender y enseñar, los jóvenes no aprenden nuevas ideas ni a sopesar críticamente cuanto dato, hipótesis o técnica se les presente. En resumen, la libertad intelectual es indispensable para la ciencia. Tanto mejor si es acompañada de libertad política, porque la sumisión política favorece la prudencia intelectual (al punto de la auto censura). Y la prudencia es la enemiga de la creatividad.
- Una cultura dominada totalmente por una cosmovisión ultraterrena inhibe la curiosidad acerca del mundo real así como toda actividad tendiente a cambiarlo. Una cultura dominada por supersticiones que pueblan el mundo de fantasmas y misterios favorece la magia y desalienta la búsqueda de explicaciones naturalistas de los hechos.
- Una cultura que estime el saber mucho menos que el poder (económico e político), o que la inmortalidad personal, atribuirá poco valor a los intelectuales. Y semejante sistema de valores no alentará a los jóvenes más talentosos y ambiciosos para que estudien ciencias.
- La estima por el saber no es un bien en sí mismo, ya que puede consistir en asimilar una tradición paralizante. El respeto por el saber se torna bueno cuando se refiere a problemas nuevos y empuja a encontrar conocimientos nuevos. Aunque es evidente, conviene agregar que el respeto por la creatividad involucra tolerancia e incluso estímulo a la independencia de juicio y su resultado inevitable, la disidencia. De modo que el respeto por la creatividad está ligado a la libertad intelectual.
- Amor por la naturaleza y la sociedad. Si se siente desprecio por la naturaleza, no se la estudiará; a lo sumo se la explotará, y esto de manera ineficiente por falta de conocimiento. Otro tanto ocurre con la sociedad pese a sus deficiencias: quienes odian la vida social recorren caminos o se recluyen en ermitas en lugar de estudiarla por curiosidad o para perfeccionarla.
- Curiosidad, interés en averiguar cómo es la realidad, mediante un arduo trabajo antes que bebiendo el agua de la sabiduría perenne e instantánea. Por cierto que la actitud exploratoria es innata en aves y mamíferos. Pero una cultura estática o una mala escuela (tal como la que sufren casi todos los niños del mundo) terminan por aplacar la sed de conocimientos. Es más fácil enseñar el dogma y el miedo a cuestionarlo que enseñar la insatisfacción con el estado actual del conocimiento. El astrónomo británico Hermann Bondi dijo que la escuela es un sistema por el cual la sociedad se defiende de los niños preguntones. Los que sobreviven el tratamiento se llaman científicos.
- Ambición constructiva, deseo de hacer (no deshacer) grandes cosas, de servir a la humanidad. La humildad es compañera de la pasividad, que se opone a la disposición inquisitiva. La modestia, o conciencia de las propias limitaciones, es otra cosa. Los creadores pueden ser modestos o arrogantes, nunca humildes. Einstein fue tan ambicioso como modesto.
- Veracidad, deseo de encontrar la verdad y difundirla. Si el valor supremo es el placer o la salvación, la fortuna o la gloria, antes que el conocimiento, entonces se recurrirá con más provecho al engaño (en particular el autoengaño) que a la veracidad.
- Un nivel adecuado de educación primaria, secundaria y universitaria, tanto en ciencias y técnicas como en humanidades. Puesto que no hay educación moderna adecuada sin ciencia, el planeamiento educativo parecería plantear un problema del tipo del problema del huevo y la gallina. Pero no es así: es mucho más fácil formar maestros que investigadores. En todo caso, el plan ideal es el que guía el perfeccionamiento de la educación en los tres niveles y en las tres áreas: ciencia, técnica y humanidades.
- Institucionalización: la enorme complejidad, diversidad y extensión de la ciencia contemporánea hacen que el investigador aislado sea una figura del pasado. El propio entrenamiento de un científico en los hábitos de investigación se hace embebiéndolo en una comunidad científica activa. La lectura de libros y revistas, con ser necesaria, no basta para formar un científico: también se necesitan el modelo, el correctivo y el estímulo, que sólo el contacto personal puede dar. En resumen, el esfuerzo científico debe institucionalizarse en centros de investigación y enseñanza, así como en sociedades profesionales. Precaución importante: el exceso de organización puede coartar la libertad y con esto ahogar la investigación.
La Ciencidiología
En otro apartado de su libro, Mario Bunge se refiere a la ciencidiología, término que propone para la ciencia para matar la ciencia. Las reglas de toda política anticientífica eficaz (mezcla de factores de los 4 bloques) de serán estas:
- Manténgase al pueblo en un estado de subdesarrollo biológico.
- Elimínese a todos los intelectuales díscolos.
- Declárese una guerra cualquiera con un pretexto cualquiera. Esta receta fue ensayada con gran éxito y repetidamente por diversas potencias europeas, las que lograron producir huecos generacionales irreparables. La indiscutible ventaja científica de los EE.UU. se ha explicado por esta causa: mientras las demás naciones enviaban al exilio o a la muerte a sus jóvenes más promisorios, los norteamericanos acogían a los exiliados y se mantenían esencialmente al margen del conflicto. Téngase en cuenta que la guerra no sólo mata a científicos y aprendices de científicos, también interrumpe investigaciones que acaso no se retomen jamás.
- Manténgase un régimen económico-social que exija que todo el mundo se ocupe solamente de la subsistencia.
- Mezquínese la remuneración de los investigadores científicos.
- Restrínjanse drásticamente las libertades públicas, a comenzar por las libertades de investigación, de información, de crítica y de enseñanza.
- Manténgase o créese una atmósfera ideológica anticientífica.
- Sométanse las ideas, todas ellas, a un control estricto.
- Tolérese alguna investigación aplicada, jamás la básica.
- Oblíguese a los investigadores a convertirse en administradores.
- Prémiese a los investigadores mediocres y castíguese a los originales.
- Destínese todo el presupuesto de investigación a adquirir edificios y aparatos, y a mantener una burocracia obstructora, de modo que no quede para pagar sueldos decorosos a los investigadores, técnicos de laboratorio, bibliotecarios y demás personal productivo.
- Móntense laboratorios sin dotarlos de la infraestructura necesaria. Adquiérase todo el instrumental en el exterior, si es posible por catálogo y sin consultar con los usuarios.
Voy a RT RT RT
Gràcies!
A tú!
Mario Bunge, filosofia de la ciència. Un classic ! I malauradament alguns dels trets que porten al “ciencidi” fa temps els experimentem al nostre voltant…Molt bon post Pere!
Totalment d’acord! Gràcies Xavier!