Esta semana, en mi clase en el Máster de Creación de Empresas de la Universidad de Barcelona, mencioné brevemente la burbuja punto-com de Silicon Valley y los devastadores efectos que su pinchazo tuvo para la tecnología mundial. Entonces, vi las caras de los alumnos. Mostraban desconcierto: ¿qué ha dicho el profesor? Les pregunté: ¿sabéis a qué me refiero, no? Al gran auge y caída de las empresas internet coincidente con el cambio de siglo. Las caras fueron las mismas: No, no lo sabemos. Entonces el desconcertado fui yo. En ese momento fui consciente de que no todos tenemos la misma cantidad de pasado detrás. Me di cuenta de que todos tenemos una ventana sobre el sistema cuya vista no necesariamente coincide con la de la persona que está a nuestro lado.
Por ello, ahora, me decido a hacer un muy breve resumen sobre ese momento de la historia de la tecnología, para aquellos cuya ventana no ofrece vistas del evento. Hago ese resumen basándome principalmente en el libro de un buen amigo, fallecido en la primavera de 2014. Se trata de “Dot-Com to Dot-Bomb”, de Tapan Munroe. Recuerdo cuando en 2007 yo visité su casa en la bahía de San Francisco, al lado de Silicon Valley. También las veces que estuvo aquí en nuestro ecosistema. Por ejemplo, en el Parque Científico de Girona, presentando su libro “Silicon Valley: ecología de la innovación”.
¿Qué ocurrió en esos años? ¿Por qué esa burbuja marcó el futuro de internet y la tecnología? Bajo mi punto de vista, la causa fundamental de esa burbuja está en la combinación de dos cosas:
- El enorme desconocimiento de lo que era la nueva tecnología y como podría llegar a impactar a la sociedad y al mundo económico.
- Pero, al mismo tiempo (o puede que por el mismo factor anterior), las enormes expectativas que se pusieron en Internet
Para los que no vivieron esa época, quiero recordar que entonces Internet era algo nuevo. Por ejemplo, en España el correo electrónico había llegado hacía poco y a finales de los noventa pocos domicilios estaban conectados.
Pero habíamos asumido que Internet cambiaría radicalmente y absolutamente todo: nuestra vida, como hacer negocios, como fabricar… Los empresarios no entendían nada. Recuerdo conversaciones de ese tiempo: “O sea… ¿qué internet será una capa que nos aislará de la fabricación? ¿La producción estará en otros sitios del mundo y nuestra conexión con esa fabricación será sólo la pantalla?”. Esas preguntas eran típicas entonces, en la segunda parte de la década de los 90. Analistas, inversores, empresarios, banqueros, la sociedad en general, consideraba que la mezcla de los ordenadores y las tecnologías de la comunicación eliminaría los ciclos económicos y daría una prosperidad ilimitada. Simplificando mucho, lo que hoy hay alrededor de Blockchain me recuerda un poco ese momento. Digo un poco ya que las expectativas puestas en Internet fueron enormemente superiores a las que hoy ponemos en Blockchain (aunque no el desconocimiento de la tecnología, que es el mismo).
En ese contexto, se inició una carrera. Todo el mundo quería estar en Internet (aunque como digo no se sabía exactamente qué era lo que eso significaba). Fueron la euforia y la carrera típicas de una burbuja. Se invertían cantidades enormes en proyectos que no tenían nada. Por ejemplo, Boo.com se gastó 188 millones de dólares en 6 meses intentando crear una tienda online de moda que acabó quebrando en 2000.
Las grandes tecnológicas compraban “cualquier cosa” relacionada con Internet. Por ejemplo, Yahoo compró Broadcast.com por casi 6.000 millones de dólares. Evidentemente, el sitio web acabó cerrando. Webvan, una tienda virtual que prometía la entrega en 30 minutos, consiguió casi 400 millones de dólares de sociedades de capital riesgo y otros 375 millones en bolsa. Entró en bancarrota en 2001.
Los emprendedores tenían métricas, pero surrealistas: Se competía por el burn-rate, esto es, los recursos que la empresa consumía cada mes. ¡Los emprendedores competían por gastar!
Las cotizaciones en bolsa se dispararon en poco tiempo, para caer estrepitosamente en pocos meses. Por ejemplo, la empresa de telecomunicaciones Global Crossing fue fundada en 1997 y llegó a una capitalización de 47.000 millones de dólares en febrero de 2000. Pero entró en bancarrota en enero de 2002. eToys.com llegó a un precio por acción de 80 dólares en mayo de 1999 y menos de un año más tarde cuando declaró su quiebra en febrero de 2000 valía menos de un euro.
¿Cómo simplificar de un vistazo todo lo que ocurrió? Con la cotización del NASDAQ:
El índice de esta bolsa tecnológica estaba en 5.000 el 9 de marzo de 2000. Había pasado de 3.000 a esos 5.000 en sólo 4 meses. A partir del 10 de marzo y en sólo una semana se evaporaron 2 trillones (americanos) de dólares de capitalización. En toda la crisis, se perdieron cinco trillones. Para tener una referencia de lo que esas cantidades suponen, recuerdo que la enorme, la brutal deuda pública española suma hoy un poco más de un trillón.
El proceso de caída puede apreciarse en el valor bursátil de las compañías siguientes, desde su máximo:
Fuente: Valoración de empresas relacionadas con Internet. El caso de Amazon. Pablo Fernández. IESE SEPTIEMBRE 2001 / Revista de Antiguos Alumnos
¿Qué ocurrió en España?
El libro burbuja.es de Miguel Ángel Patiño es una perfecta referencia de lo que ocurrió en esos lares. Pero aún es más fácil simplificar yendo al caso Terra. Olé fue un buscador creado en 1995 en el marco de la Fundació Catalana per a la Recerca, que pronto se colocó entre las páginas más visitadas de la entonces incipiente internet española. Pocos meses después de que el portal empezase a funcionar, la FCR lo vendió a su fundador, el hoy millonario Pep Vallés, por poco más de 1.000 euros. Tres años después, Olé fue comprado por Telefónica por 18 millones de euros. Olé se integró en Terra, la filial de contenidos y portales de Internet de Telefónica. En enero de 2000 Terra salió a cotizar en el IBEX español. Su cotización alcanzó el máximo de 157,65 euros el 14 de febrero de 2000. En ese momento álgido, aunque sus ingresos no llegaban a los 300 millones de euros, valía 38.000 millones de euros, más que entidades como Repsol YPF, el SCH o el BBVA. Coincidiendo con el estallido de la burbuja, el precio bajó gradualmente hasta los 2,75 euros en octubre de 2005.
¿Puede repetirse ese fenómeno?
Siento recordar que el gran Galbraiht afirmó que las burbujas son consustanciales a la sociedad y que la memoria colectiva dura únicamente unos 15 años. Hay algunos indicadores que podrían llevar a preocupación.
Pero visto en positivo: de la burbuja Dot-Com se sacaron conclusiones clave. Las valoraciones deben ser razonables y cualquier proyecto Internet debe ser valorado como cualquier otra iniciativa del “mundo real”. Aprendimos que la economía en una empresa debe ser siempre una “economía de guerra”, hay que gestionar los gastos. En cuanto a los ingresos, ahora sabemos que los modelos de negocio deben estar claros desde el primer momento. A finales de los 90, acumular actividad era el objetivo. Se pensaba que el dinero ya vendría de una u otra forma. Por otra parte, sabemos que los inversores y las corporaciones deben actuar con un objetivo adicional al de simplemente obtener imagen por estar en el ámbito.
Tapan Munroe dijo que esa burburja, auge y caída, fueron 30 meses. Ese tiempo fue una gran enseñanza. También en el mundo de la tecnologia, si quieres saber qué puede ocurrir, debes mirar al pasado.