El segundo papel de la I+D en la empresa: la capacidad de absorción

Las empresas, para poder acceder a la investigación pública y explotar el conocimiento que ésta genera, tienen que disponer de alguna capacidad interna en el terreno de la I+D.[1] Desde este punto de vista, la I+D interna aporta una capacidad para monitorizar y evaluar la investigación realizada fuera de la empresa. El concepto de la capacidad de absorción tratado en este apartado recoge esta visión de la colaboración universidad – empresa en el terreno de la I+D.

Según Kamien y Zang (2000), la necesidad de esta capacidad interna se puede aplicar a cualquier tipo de colaboración externa de I+D. Estos autores afirman que la literatura científica sobre alianzas de empresas en el terreno de la I+D ha representado el esfuerzo investigador “efectivo” de una empresa de la forma siguiente:[2]

Xi = xi + βxj         (1)

Siendo:

  • Xi  Esfuerzo “efectivo” de I+D de la empresa i
  • xi  Gastos de I+D de la empresa i
  • xj  Gastos de I+D de la empresa j
  • β Parámetro 0 < β < 1, que representa los spillovers involuntarios generados por la actividad de I+D de la empresa j (spillover = derrame de la propia actividad sobre el entorno, efectos de la información y conocimiento propios sobre la competencia). La empresa j no tiene total autonomía para eliminar o limitar estos spillovers, puesto que provienen de su relación con clientes y proveedores, de la información suministrada en sus solicitudes de patentes, de trabajadores que van a otras empresas, del análisis de sus productos por parte de la competencia, de las publicaciones científicas o de las participaciones en congresos del personal de la empresa, etc. Se trata, por lo tanto, de la fracción del esfuerzo de la empresa j que repercute de alguna forma en los esfuerzos de I+D de las demás empresas.

De acuerdo con el punto de vista de Kamien y Zang, esta expresión, si β > 0, significa “maná del cielo” puesto que, aunque la empresa y no haga ninguna inversión I+D (xy = 0), algo obtiene del esfuerzo de I+D de la empresa j. Estos autores creen que esta situación no es la real, puesto que una empresa requiere una cierta capacidad interna para poder aprovecharse de los esfuerzos de I+D de las demás empresas.

El concepto de la capacidad de absorción (absorptive capacity) fue definido por Cohen y Levinthal (1989, 1990) de la siguiente forma: “la habilidad de una empresa para reconocer el valor de información nueva externa, asimilarla y darle aplicaciones comerciales. Fiol (1996) sintetiza de forma simbólica la visión de Cohen y Levinthal: “Las organizaciones son como las esponjas, requieren una capacidad de absorción de inputs si quieren generar outputs. Del mismo modo que las esponjas tienen distintas capacidades de absorción de un líquido, también las organizaciones tienen una mayor o menor capacidad para absorber un nuevo conocimiento. En función de su capacidad de absorción y de su habilidad para reconfigurar el conocimiento que han absorbido, las organizaciones tienen también un mayor o menor potencial de generación de resultados”.Cohen y Levinthal proponen un modelo en el que la empresa genera nuevo conocimiento técnico tanto a partir de la I+D propia como del conocimiento externo. Creen, además, que la empresa puede apropiarse de este conocimiento externo sólo cuando dispone de la suficiente capacidad de absorción, que depende de su I+D interna. Levinthal (1992) lo expresa diciendo que “la I+D constituye una oreja que escucha en la pared de la comunidad científica”. Por lo tanto, según estos autores, la I+D realiza dos funciones: genera nuevos conocimientos y contribuye al desarrollo de la capacidad de absorción.

Las ideas principales del modelo de Cohen y Levinthal (1990) son las siguientes:

  1. La capacidad y la habilidad para explotar conocimiento externo es un componente crítico de la capacidad innovadora de la empresa.
  2. La capacidad de absorción, considerada como la habilidad de la empresa para evaluar y utilizar (explotar) conocimiento externo, es una función que depende del conocimiento previo de la organización. Por lo tanto, una empresa no podrá aprovechar conocimiento externo de manera pasiva. En este sentido, el modelo de Cohen y Levinthal comporta una visión de la explotación de los spillovers de la investigación que difiere bastante la tradicional. En esta última, la empresa no invierte en I+D por el temor a generar spillovers válidos para la competencia. En cambio, Cohen y Levinthal consideran que la posibilidad de sacar provecho a los spillovers generados por la competencia constituye un incentivo a construir, a través de la I+D, una adecuada capacidad de absorción.
  3. La capacidad de absorción se genera, por un lado, de manera indirecta, como un subproducto de las actividades propias de I+D. Por otro lado, se puede también invertir de forma directa en capacidad de absorción, por ejemplo, a través de una formación orientada del personal. Por lo tanto, la capacidad de absorción de una organización dependerá de las capacidades de absorción individuales de los miembros que la forman. Para poder integrar con éxito un determinado conocimiento externo, la empresa requerirá un grupo interno de científicos y tecnólogos que sean competentes en su campo de actividad y que conozcan perfectamente la manera de hacer y de ser de la empresa y sus relaciones externas. Por lo tanto, si una empresa desarrolla la capacidad de absorción de sus trabajadores, desarrolla también la capacidad de la organización.
  4. De todos modos, la capacidad de absorción de una organización no es sólo la suma de las capacidades de las personas que la integren. Aquí conviene recordar que capacidad de absorción no se refiere únicamente a la capacidad de identificar, adquirir y asimilar información. Se trata también de la capacidad de la organización para explotarla. Por lo tanto, la capacidad de absorción no depende únicamente de la interfase de la organización con el exterior. Dependerá también de la transferencia interna de conocimiento. Concretamente, para entender la capacidad de absorción hay que focalizar en la estructura de comunicación con el exterior, la estructura de comunicación entre unidades internas y el carácter y la distribución interna de know-how.
  5. Para poder desarrollar una capacidad de absorción efectiva, la intensidad del esfuerzo es un elemento crucial. No es suficiente, por ejemplo, exponer una persona de manera breve y puntual al conocimiento externo o realizar actividades esporádicas de I+D.
  6. El papel del conocimiento previo indica dos características de la capacidad de absorción. En primer lugar, acumular capacidad de absorción en un periodo de tiempo permite una acumulación más efectiva en el periodo siguiente. En segundo lugar, disponer de conocimiento y experiencia relacionada con los avances tecnológicos permitirá a la empresa entenderlos y evaluarlos y, de esta forma, podrá predecir su naturaleza y potencial comercial.
  7. Estas dos características sugieren que, si una empresa que opera en un sector tecnológicamente muy activo deja de invertir en su capacidad de absorción, ya nunca más podrá asimilar y explotar nueva información en este sector. Esta situación se puede trasladar al punto de partida. Si la empresa no desarrolla una capacidad inicial, sus opiniones sobre las oportunidades tecnológicas no cambiarán en el tiempo, puesto que no será consciente de la importancia de las señales externas, que en otra situación, harían revisar sus expectativas. Por otra parte, considerando que el conocimiento previo facilita el desarrollo de la capacidad absortiva, la falta de un nivel inicial de inversión en esta capacidad hace más difícil desarrollar un nivel adecuado posteriormente. Por lo tanto, sin una mínima capacidad inicial, la empresa no tendrá los incentivos necesarios para invertir en periodos siguientes, aunque sea después consciente de las oportunidades tecnológicas. Los autores definen esta situación como de lockout.
  8. Dos factores influyen en la motivación de la empresa para llevar a cabo I+D orientada a construir una capacidad de absorción. El primero de estos factores es la cantidad de conocimiento que tiene que ser asimilado y explotado por la empresa. Cuanto mayor sea esta cantidad, mayor será el incentivo. El segundo factor es la mayor o menor dificultad de aprendizaje. Cuanto más difícil sea aprender, más conocimiento previo, acumulado a través de la I+D, será necesario para un aprendizaje más efectivo. Expresado de otra forma, para un nivel determinado de I+D propia, el nivel de capacidad de absorción disminuye en entornos en los que es más fácil aprender. En un caso extremo en el que el conocimiento externo pueda ser asimilado sin una preparación especial, la I+D propia no tendrá ningún efecto en la capacidad de absorción. La facilidad de aprendizaje está relacionada con las características del conocimiento científico y tecnológico de base; por ejemplo, con su complejidad y con su grado de orientación a las necesidades de la empresa. La I+D propia se hace más necesaria cuando el conocimiento es menos dirigido a estas necesidades. En este sentido, hay que considerar que las universidades generan conocimiento poco dirigido.
  9. Otros factores que determinan la importancia de la I+D para desarrollar una capacidad de absorción son el grado de codificación del conocimiento externo, el ritmo de progreso de un campo determinado o hasta qué punto el conocimiento de este campo es acumulativo.
  10. Cohen y Levinthal tienen en cuenta, de alguna forma, las características del sector. Concretamente, entienden que la oportunidad tecnológica, que es lo que le cuesta a la empresa conseguir una unidad normalizada de avance técnico en el sector, tiene dos dimensiones. Una es la cantidad de conocimiento tecnológico que se encuentra fuera del sector, en las universidades, por ejemplo. Otra es el grado en qué una unidad de nuevo conocimiento mejora los características tecnológicas de los productos o procesos de la empresa y, por lo tanto, sus beneficios. En este sentido, por ejemplo, un nuevo conocimiento podrá generar más beneficios en sectores de alta tecnología.
  11. Las empresas con niveles altos de capacidad de absorción tienden a ser proactivas, explotando las oportunidades que surgen. En cambio, las empresas que tienen poca capacidad de absorción son reactivas y buscan nuevas alternativas en respuesta a determinadas carencias que no se definen en términos de cambio tecnológico, cuota de mercado o beneficios, por ejemplo.
  12. En cuanto a las aspiraciones tecnológicas de la empresa, si una empresa es poco activa en el terreno innovador y, por lo tanto, es relativamente insensible a los oportunidades del entorno, no tendrá aspiraciones para explotar nuevas tecnologías. En consecuencia, en un círculo vicioso, la empresa continuará dedicando pocos esfuerzos a la innovación. En cambio, si una empresa tiene un nivel alto de aspiraciones, influenciada por las oportunidades tecnológicas del entorno, llevará a cabo más actividades innovadoras y, por lo tanto, incrementará su capacidad de detección de oportunidades externas. En consecuencia, su nivel de aspiraciones continuará siendo elevado. En definitiva, los comportamientos innovadores reactivos o proactivos de la empresa serán estables en el tiempo.

Con esto se puede llegar a una situación que Cohen y Levinthal califican de irónica: “Las empresas pueden no darse cuenta de que tienen que desarrollar su capacidad de absorción a causa de una ironía asociada con su evaluación: la empresa necesita tener una cierta capacidad de absorción para poder valorar adecuadamente su capacidad de absorción”.

A partir del concepto de la capacidad de absorción, Kamien y Zang (2000) proponen una mejora de la teoría existente sobre los colaboraciones de I+D. Proponen, concretamente, introducir el concepto en la representación del esfuerzo efectivo de I+D de una empresa. Sugieren, por lo tanto, la siguiente expresión en sustitución de la (1):

Xi = xi + (1-δi)(1-δj)β xiδi xj(1-δi)       (2)

Dónde:

δ representa el control endógeno que la empresa puede hacer sobre los spillovers que su actividad de I+D genera. La empresa efectúa este control escogiendo un enfoque de su I+D. Así:

  • Un enfoque de I+D muy aplicada, totalmente orientada a la empresa, corresponde a una δ=1, que no genera spillovers para otras empresas, puesto que la información que la empresa suministra no es relevante.
  • Un enfoque de I+D muy básica, genérica, corresponde a una δ=0 y genera los máximos spillovers para el resto de empresas.

Estos autores consideren que la selección del enfoque determina no sólo los spillovers que generará la empresa, sino también su capacidad para absorber conocimiento externo. Así, definen la capacidad de absorción de la empresa y como:

ACi = (1-δi) xiδi

Si una empresa opta por un enfoque de la I+D muy específico, totalmente orientado, δi=1 y la expresión (2) se convierte en Xy = xy .Esto, según Kamien y Zang, es bastante más lógico, puesto que no implica “maná del cielo”. Expresado de otra forma, si una empresa no tiene capacidad de absorción (AC=0), su esfuerzo efectivo de I+D sólo será consecuencia de su propio gasto de I+D.

Un conjunto de trabajos ha incidido en la visión de la capacidad de absorción y la han desarrollado.

Así, Veugelers (1997), Harabi (1997) y Narula (1999) detectan la relación entre las actividades internas de investigación y las colaboraciones externas de I+D. Afirman, por lo tanto, que no se puede hablar de sustitución de investigación interna por externa, sino de una evolución complementaria. Veugelers mide la capacidad de absorción mediante la existencia o inexistencia de un departamento de I+D. Además, cree que es necesaria la voluntad de la empresa para absorber conocimiento externo, voluntad que se manifiesta con la presencia de una estrategia tecnológica que priorice las colaboraciones externas. En la línea de Cohen y Levinthal, Veugelers afirma que el deseo de asimilar know-how externo crea un incentivo a invertir en I+D.

Cockburn y Henderson (1998) aplican el concepto de la capacidad de absorción al sector farmacéutico y a sus relaciones con la investigación pública. La interpretación que estos autores hacen de sus resultados va todavía algo más lejos. Consideran que las empresas de este sector adaptan y orientan conscientemente sus actividades internas de I+D hacia la construcción de una capacidad que permita aprovechar el conocimiento de los centros públicos de investigación. En definitiva, las características del conocimiento que la empresa tiene que absorber condicionan su capacidad de absorción y su investigación interna. Cusmano (2000) también trabaja con la capacidad de absorción desde este punto de vista, es decir: considerándola básicamente función de la I+D interna y del grado de complejidad del conocimiento externo.

La relación entre la actividad y la intensidad de la I+D, por un lado, y las colaboraciones con el entorno académico, por otro, es también analizada por Vedovello (1998). Este autor considera la existencia o no existencia de una actividad de I+D y, en este último caso, si está organizada en un departamento específico con personal propio o si es asumida por personal con otras responsabilidades. Sus resultados indican que la presencia de una actividad investigadora en la empresa está relacionada con los colaboraciones con universidades, sobre todo con respecto a una más amplia variedad de mecanismos de colaboración.

En esta misma línea, Mangematin y Nesta (1999) consideran que la capacidad de absorción no sólo tiene que caracterizarse por el gasto en I+D. Debe tenerse también en cuenta el número de investigadores y las infraestructuras de investigación. Desde este punto de vista, analizan la relación entre la forma del conocimiento (tácito o codificado) y su naturaleza (fundamental o aplicada) y la capacidad de absorción de la empresa. Los resultados de su trabajo indican que el número de contratos entre las empresas y los centros públicos de investigación se incrementa a medida que la capacidad de absorción de la empresa aumenta. Encuentran también que la naturaleza y la forma del conocimiento que la empresa absorbe son más diversas si la capacidad de absorción es elevada. En definitiva, si la capacidad de absorción es alta, la empresa puede asimilar más conocimiento a través de un más amplio abanico de mecanismos. Una capacidad de absorción reducida hace que la empresa sólo pueda absorber conocimiento próximo a sus competencias esenciales.

Becker y Peters (2000) encuentran que las empresas con una elevada capacidad absortiva obtienen un mayor número de nuevos productos y los patentan más. Afirman que la capacidad de absorción es el nexo de unión entre la capacidad interna para desarrollar nuevos productos y la cantidad de oportunidades tecnológicas que ofrece el exterior. Además, esta capacidad adquiere más importancia en los sectores con mayor contenido tecnológico. Estos autores consideran que hay que diferenciar el conocimiento que proviene de otras empresas de aquel que proviene de los ámbitos científico o universitario. Este último requiere una mayor capacidad de absorción de la empresa. Becker y Peters miden la capacidad absortiva a partir de la actividad regular de investigación y de la existencia de un departamento y de personal específico dedicado a esta actividad.

También Cassiman y Veugelers (2000a y 2000b) observan que las empresas con actividades estables de I+D son las que más utilizan la contratación de I+D. Estos autores consideran la complementariedad entre los recursos internos y externos. El know-how interno sirve para decidir cómo se quiere que sea el externo y para aprovecharlo una vez ha sido adquirido. Más concretamente, consideran necesarios dos tipos de know-how interno: uno de tipo científico, que permite identificar el conocimiento externo, y otro de tecnológico, que permite integrarlo y explotarlo.

 

[1] Rosenberg, 1990

[2] Kamien y Zang (2000), citando De Bondt (1996), afirman que la expresión (1) se remonta a Ruff (1969).

Becker, W.; Peters, J. (2000). Technological Opportunities, Absorptive Capacities, and Innovation. University of Augsburg. Department of Economics. Working Paper.

Cassiman B.; Veugelers R. (2000a). External technology sources:embodied or disembodied technology adquisition.  Working paper. Departamento de Economia y Empresa. Universidad Pompeu Fabra.

Cassiman B.; Veugelers R. (2000b). Complementary in the innovation strategy: internal R&D, cooperation R&D and external technology acquisition. Working paper. Departamento de Economia y Empresa. Universidad Pompeu Fabra.

Cockburn, I.; Henderson, R. (1998). Absorptive capacity, coauthoring behavior and the organization of research in drug discovery. The Journal of Industrial Economics, Vol. XLVI, No.2, 157-182

Cohen, W.; Levinthal, D. (1990). Absorptive Capacity: A New Perspective on Learning and Innovation. Administrative Science Quarterly 35, 128-152

Cusmano, L. (2000). Technology Policy and Co-operative R&D: the role of relational research capacity. Danish Research Unit for Industrial Dynamics, Working Paper No 00-3

De Bondt, R. (1996). Spillovers and innovative activities. International Journal of Industrial Organization 15, 1–28.

Fiol, C. (1996). Squeezing harder doesn’t always work: Continuing the search for consistency in innovation research. Academy of Management Review 21, 4, 1012-1021

Harabi, N. (1997). Channels of R&D spillovers: An empirical investigation of Swiss firms. Technovation, 17 (11/12), 627-635

Kamien, M.; Zang, I. (2000). Meet me halfway: research joint ventures and absorptive capacity. International Journal of Industrial Organization 18, 995-1012

Mangematin, V.; Nesta, L. (1999). What kind of knowledge can a firm absorb?. Int. J. Technology Management, Vol.18, Nos.3/4, pp.149-172

Narula R. (1999). In-house R&D, outsourcing or alliances? Some strategic and economic considerations. Working paper. Maastricht Economic Research Institute on Innovation and Technology (MERIT). Universidad de Maastricht.

Ruff, L.E. (1969). Research and technological progress in a Cournot economy. Journal of Economic Theory 1, 397–415

Vedovello, C. (1998). Firms’ R&D Activity and Intensity and the University-Enterprise Partnerships. Technological Forecasting and Social Change, 58, 215-226

Veugelers, R. (1997). Internal R&D expenditures and external technology sourcing. Research Policy 26, 303-315

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