Os adjunto uno de los casos que trabajamos con mis alumnos en la Universidad de Barcelona. Se refiere a la adquisición externa de tecnología en una empresa. En concreto, el problema central és la selección del tipo de proveedor. Os recuerdo que hay muchas tipologías distintas de proveedores de tecnología: universidades, startups, consultoras tecnológicas, proveedores y clientes, competidores. Cada uno de ellos tiene sus fortalezas y debilidades, con unas áreas determinadas de utilidad y orientados a un estadio específico del proceso de innovación. Este caso que os presento y que se discute con los alumnos se refiere a la creación de una nueva generación de productos en una empresa, incorporando un desarrollo tecnológico complejo. Espero que os guste y os sea de utilidad.
CASO CAMFA, SL: BÚSQUEDA DE UN PROVEEDOR TECNOLÓGICO PARA MEJORAR UNA MÁQUINA DE SECADO DE EMBUTIDOS.
Manuel Rodríguez es el director técnico de CAMFA, SL, una empresa fabricante de cámaras frigoríficas para el secado de embutidos. El sector alimentario es uno de los más dinámicos del país y aporta el gran grueso de los puestos de trabajo industriales en la zona en la que CAMFA se ubica. Desde hace un cierto tiempo, Manuel Rodríguez se plantea mejorar uno de los procesos y retos fundamentales en el proceso de secado del embutido. Antaño, los embutidos se curaban al aire, en almacenes y casas particulares. Pero la tecnología frigorífica permitió automatizar el proceso y hoy los embutidos y jamones se secan en cámaras como las fabricadas por CAMFA.
Una de las grandes empresas fabricantes de embutidos y jamones puede llegar a fabricar más de 150 km de longaniza a la semana. Secar ese producto es caro, por el volumen que ocupa, por la inversión tecnológica necesaria y por el gran gasto energético. Cualquier solución tecnológica que optimice el proceso, reduce el coste de curado y hace que las cámaras frigoríficas sean mucho más competitivas.
En los momentos en que este caso se sitúa, los principales retos técnicos de esas cámaras eran los siguientes.
- Los flujos internos de aire no aseguraban las mismas condiciones en todos los rincones de la cámara frigorífica. Por tanto, algunos de los embutidos se secaban en exceso (lo cual suponía una merma económica importante en peso del producto final) y otros quedaban con demasiada humedad, lo cual en algunos casos llegaba a provocar la retirada del producto, por el moho excesivo y el deterioro de la carne.
- La regulación de temperatura y humedad no era automática. Se basaba totalmente en la intervención humana. Una persona experta en secado de embutidos debía estar constantemente alerta del proceso, entrando en las cámaras y analizando periódicamente el estado de los embutidos colgados en las mismas. A partir de su inspección visual y táctil, proponía mantener o cambiar las condiciones de humedad y temperatura en cada una de las cámaras. Era un proceso totalmente humano y basado en expertos.
- Evidentemente, faltaba homogeneidad en los productos secados en las distintas cámaras de las grandes empresas fabricantes de embutidos, al ser atendidas por personal distinto.
- Además, no era sólo una cuestión de determinar temperatura y humedad sino también la velocidad a la que debían ajustarse una y otra día a día. El proceso de secado del embutido no era más que una extracción de humedad del interior de la pieza. Si ese proceso se realiza de forma excesivamente rápida, la parte exterior del embutido queda reseca y a partir de ese momento impide la evaporación del agua del centro de la pieza. Ese interior queda entonces sin curar y la pieza resulta defectuosa. Al contrario, si la velocidad de extracción de humedad es excesivamente baja, el embutido se cubre de moho y puede llegar a pudrirse totalmente.
- Las condiciones de humedad y temperatura poco regulares (sólo cambiaban y se ajustaban después de cada visita de la persona experta, provocando saltos en el proceso de regulación) alargaba notablemente el proceso de secado, con el consiguiente mayor consumo energético.
Manuel, el director técnico, llevaba tiempo buscando tecnología que permitiese solucionar estas cuestiones. Estaba seguro de que una nueva cámara frigorífica que solucionase los inconvenientes citados situaría a CAMFA (en esos momentos un fabricante secundario) como líder del mercado español.
Sin embargo, su director financiero no estaba muy convencido de los movimientos que planteaba Manuel. La empresa estaba ya bastante endeudada y los resultados de los últimos ejercicios no habían sido los esperados. Las ventas no habían evolucionado según lo previsto y la gestión financiera de la compañía era en esos momentos exigente. Asumir nuevas inversiones podría suponer un riesgo excesivo. Pero comprendía al director técnico cuándo éste decía que el producto debía mejorarse notablemente para incrementar las ventas de la compañía.
La Universidad
Manuel conocía a José María, profesor de física de la Universidad, quién había asesorado a la compañía en determinadas cuestiones técnicas e impartía de forma recurrente formación a los técnicos de CAMFA. Dada la confianza y proximidad, Manuel expuso sus inquietudes a José María y éste tardó poco en acudir a la Oficina de Transferencia de Tecnología (OTT) de la Universidad, sugiriendo a sus responsables una aproximación a la empresa. Poco después, un técnico de la OTT visitaba la empresa y mantenía una reunión con Manuel, para detectar de forma más directa esas necesidades tecnológicas. En los días siguientes, el técnico de la OTT sugirió 2 investigadores:
1) El responsable del Grupo de Investigación en Informática Industrial. Era un grupo muy activo, de los más activos de la Universidad, principalmente captando financiación pública. Aunque no tenían mucha experiencia en la realización de grandes proyectos empresariales, habían trabajado para empresas de la zona en encargos técnicos de menor importancia. Participaban además en distintos proyectos europeos y el líder del grupo era un optimista por excelencia. Éste, enseguida dijo que ellos podrían encontrar una solución a las necesidades de la empresa.
2) El responsable del Grupo de Física Ambiental, para proponer el estudio de la mejora de la distribución del aire en el interior de la cámara, tratando de conseguir una homogeneidad de las condiciones en todo su volumen.
Con ambos se concertó una nueva visita a la empresa al final de la cual se acordó que en las semanas siguientes, esos dos responsables de grupo prepararían una propuesta técnica y económica para CAMFA.
Las propuestas técnicas y económicas llegaron sin excesivo retraso. La Universidad, para detectar el secado del embutido (ese era el principal reto tecnológico) sugería diversas alternativas. Las dos más sólidas fueron la visión por computador y los ultrasonidos. Mediante el sistema de visión por computador, el grupo de Informática Industrial proponía realizar I+D para determinar si podía aplicarse esa técnica de visión a la detección del estado de secado. El grupo creía que el seguimiento constante y automático de la evolución de la forma y volumen del embutido colgado, podría trasladar la información necesaria para conocer el nivel de secado. Como tecnología alternativa, proponía los ultrasonidos, que aplicados sobre cada embutido trasladarían información sobre su contenido de agua. No era una técnica muy conocida por parte del Grupo de investigación pero entendían que era aplicable a ese caso.
La propuesta incluía también el estudio del Grupo de Física Ambiental para modelizar la circulación de aire en el interior de la cámara. Pero no para optimizarlo. El Grupo no tenía esa capacidad técnica. Sin embargo, Manuel consideraba que si se detectaban las zonas dónde las condiciones no eran las adecuadas, ello era suficiente para que los técnicos de CAMFA mejorasen el diseño. El presupuesto global de la Universidad era de unos 400.000€. A esa cantidad, habría que añadir los recursos que CAMFA debía dedicar al proyecto, principalmente en horas de técnicos, en una cámara de experimentación que la Universidad le pedía, etc.
Pero la empresa podía obtener alguna subvención para proyectos Universidad Empresa del Ministerio y financiación en buenas condiciones del Centro Tecnológico Industrial, en su modalidad de proyectos concertados. Ambas (subvención y crédito) podrían fácilmente superar el 50% del presupuesto global del proyecto. Además, el CDTI casi le aseguraba los sellos Eureka e Iberoeka, los cuáles, aunque no implicaban aportación económica, podrían suponer un respaldo a la marca e imagen de la empresa.
CAMFA ya tenía por tanto una propuesta concreta para mejorar sus cámaras frigoríficas. Todo el proceso había sido relativamente rápido. Sólo habían pasado un par de meses desde la primera conversación de Manuel con José Maria, el profesor. Es cierto que la propuesta de la Universidad no concretaba muy bien el tiempo de desarrollo. De hecho, el lenguaje de la propuesta no era el habitual de los proveedores de tecnología. Hablaban de investigación, de avanzar en el conocimiento de determinados campos… incluso de tesis doctorales y publicaciones. Pero pensó que podía ajustar fácilmente todas esas cuestiones en una siguiente reunión y no consideraba que fuesen obstáculos esenciales.
Pero… ¿era ésta la mejor opción?
Durante el proceso de reflexión y búsqueda de una solución tecnológica, Manuel había visitado el Instituto de Investigación en Tecnologías Alimentarias de la región. Se trataba de un potente centro público financiado por la administración autonómica que tenía como líneas de trabajo principales:
– La caracterización y mejora de la calidad de la carne
– Caracterización y optimización de las tecnologías de fabricación.
– Diagnósticos sobre alteraciones en los procesos de fabricación
– Mejora de los procesos de transformación de la carne
– Estudio de los procesos bioquímicos y biológicos de la carne
– Mejora de la estabilidad oxidativa de la carne y productos transformados
– Técnicas de control de residuos en la cadena de producción de carne
– Optimización de equipos destinados al control de procesos y a la transformación de los productos cárnicos
Sin embargo, como gran inconveniente, Manuel sabía que el Centro no tenía personal técnico experto en ingeniería. La investigación del centro la realizaban biólogos, bioquímicos, farmacéuticos, veterinarios. Pero no tenían físicos, ingenieros o técnicos mecánicos y electrónicos que pudiesen convertir o trasladar el conocimiento del Centro a máquinas concretas. José María, el profesor de la Universidad, le trasladaba confianza y pensó que la solución de los grupos de investigación de la Universidad, complementados con el conocimiento existente en CAMFA, era mejor opción que acudir a ese Instituto de Investigación.
Por otra parte, Manuel pensaba también en las ingenierías, habituales proveedoras de tecnología en su sector. La empresa había acudido a distintas ferias y había contactado con alguna de ellas. Aunque no habían realizado ningún proyecto como el citado (la propuesta era una innovación radical), se atrevían claramente con el reto. Una de ellas le había trasladado una propuesta, de presupuesto y de ejecución, con un timing preciso que permitiría completar el desarrollo en un año. Pero el presupuesto era muy elevado (700.000€) y no permitía acudir a fondos públicos, ya que el tipo de ayudas exigía la presencia de universidades o centros de investigación. Además, en ciertas partes del proyecto, la ingeniería reconocía sus carencias. No tenían muy claro cómo, con qué tecnología, debían reconocer el estado del secado del embutido. En su propuesta, tenían muy bien resueltas las partes de regulación de temperaturas y humedades y también la de redistribución óptima del sistema de circulación de aire. Aunque en su memoria técnica no profundizaban en el sistema de modelización y representación gráfica (tal como si había hecho la Universidad) la ingeniería incidía en todos los aspectos técnicos que permitían la repartición del aire en todos los rincones de la cámara frigorífica.
La decisión
Manuel debía tomar ya su decisión. Creía que sus opciones eran las siguientes:
1) No hacer nada. La empresa estaba bastante endeudada. Por tanto, cualquier inversión adicional (en cualquiera de los escenarios), en caso de resultar fallida, podría poner en peligro a la compañía. De hecho, de optar por ese escenario, la empresa estaría siendo consecuente con su trayectoria hasta ese momento: nunca había sido el líder tecnológico del sector. Pero siempre había sido capaz de integrar rápidamente los desarrollos de otras empresas tecnológicamente más dinámicas. Consideraba que CAMFA podía continuar integrando rápidamente en sus cámaras frigoríficas cualquier desarrollo tecnológico de sus competidores líderes. Pero en algunos momentos Manuel consideraba que ahora la empresa debía moverse antes. El sector era cada vez más competitivo y la comercialización del producto debía ofrecer algo adicional al cliente.
2) Establecer la colaboración con la Universidad, mediante sus dos grupos de investigación (Informática Industrial y Física Ambiental, con la coordinación de la OTT y de José María). En este caso, la empresa podría acudir al Ministerio y al CDTI para la financiación de una buena parte del proyecto, tratando además de conseguir los sellos Eureka e Iberoeka, los cuáles otorgarían prestigio a la empresa
3) Pensar en la opción de la Universidad pero integrando, a manera de consorcio de I+D, al Instituto de Investigación especializado en temas de carne. Ello le permitiría acudir a las fuentes públicas de financiación del proyecto y tendría más conocimiento sobre el producto y su comportamiento.
4) Subcontratar a la ingeniería y pensar en financiación bancaria, más difícil de concretar que la pública, dada la situación financiera de la compañía
El lector debe decidir cuál de las opciones es la más adecuada para CAMFA, razonando la respuesta. Debe también sugerir otras opciones, si considera que existen.
Efectivamente hay otra opcion, que es plantear un reto en http://www.ennomotive.com en donde el presupuesto es muy inferiir, se accede a un pool de 6.000 ingenieros de todo el mundo y se trabaja a exito y se da una soluciin en 6 semanas. Este caso existe en otros sectores como el secado de carton, hay parte que esta resuelto.
¡Magnífica iniciativa Enrique! Felicidades por ennomotive. Incluiré la opción en el caso.
Muy buen caso. La búsqueda de un proveedor / socio tecnológico no es fácil.
Yo recomendaría analizar en detalle las publicaciones y experiencias de los grupos RD tanto de Universidad como de centros i institutos tecnológicos y alimentarios.
Luego, miraría el grado de novedad de la aplicación.
La mejor opción me parece un proyecto CDTI. También se podría plantear un Eureka, si fuera suficientemente novedosa la aplicación final.
Gracias Laura por tus comentarios. Eres persona experta en este ámbito. Un abrazo!
Un caso excelente, muchas empresas se encuentran con esta dicotomía en el mercado actual.
Según nuestra experiencia http://www.protofy.xyz , hemos trabajado codo con codo con un departamento de una universidad catalana para una empresa con un resultado satisfactorio para los 3 actores (universidad, empresa y cliente).
En el caso que comento la universidad diseñaba e implementaba la solución en forma de prototipo de alto nivel y nosotros ofrecíamos un desarrollo con tiempos reducidos, integrable en el workflow de la empresa y adaptado al producto específico.
Como siempre, la mejor solución depende de muchas circunstancias pero esta claro que no son excluyentes una con la otra.
Un abrazo!
Gracias por tus comentarios Lluís. Un abrazo!