Las spin-offs son empresas que los profesores y las universidades promueven con el objetivo de comercializar los resultados de su investigación. En este post reproduzco una publicación sobre las spinoffs que publicamos, junto con Jaume Valls, en el año 2003. ¡Las consideraciones que hacíamos entonces continúan siendo válidas! Espero que os sea de interés.
En la medida en que los países ven la investigación como una llave para el desarrollo económico, las políticas científica y tecnológica, que se constituyen como instrumentos de fomento de este desarrollo, impulsan la relación universidad-empresa. Ello ha motivado que las instituciones académicas orienten sus actuaciones hacia su economía local. En este sentido, la universidad está pasando por una segunda revolución. Mientras que la primera, que ocurrió a finales del siglo XIX, implicó la incorporación de la investigación como un cometido añadido a la docencia, la segunda, registrada en el ocaso del siglo XX, comporta un nuevo encargo: las relaciones con la empresa para el fomento del desarrollo económico del entorno. Este nuevo objetivo y el convencimiento de que la investigación básica a largo plazo gana si se compatibiliza con actividades comerciales a corto plazo, ha derivado hacia una mayor implicación de la universidad en el desarrollo de nuevas empresas. Se habla, por tanto, de la universidad emprendedora.
Motivos y beneficios
La decisión de las universidades de invertir en nuevas empresas basadas en los resultados de su investigación está motivada por tres tipos de razones principales: 1) las relacionadas con la transferencia de tecnología, 2) las económicas y 3) las que surgen de los investigadores de la institución.
Respecto a estas últimas, un papel activo de la universidad resuelve las tensiones que aparecen cuando los profesores desean operar de una forma más comercial y evita, por tanto, que abandonen la institución. Además, las spin-offs crean un ambiente de excitación en la universidad, que se extiende también a los estudiantes y que actúa como factor motivador.
Las razones financieras son obvias: las universidades esperan obtener un gran beneficio económico de su participación en esas iniciativas empresariales de base tecnológica. Por tanto, después de que estas instituciones académicas decidiesen comercializar los resultados de su investigación mediante patentes y su licencia, es lógico que a continuación hayan optado por invertir en aquellas sociedades a las que confían la explotación de sus invenciones y que, además, se crean específicamente para ello.
En cuanto a las razones ligadas a la transferencia de tecnología, el apoyo de la universidad a la creación de empresas y su participación en el capital social de las mismas demuestran la voluntad de la institución de fomentar este apartado de la vida universitaria. En este mismo sentido, las spin-offs incrementan las cifras de contratación de la universidad, ya que, al menos en su etapa inicial, tienden a externalizar todas sus actividades de I+D. Además, tienen una influencia muy positiva en la investigación y en la docencia, al crear oportunidades para la realización de tesis doctorales y proyectos de fin de carrera. Por otra parte, dentro de este grupo de razones relacionadas con la transferencia de tecnología, las spin-offs expresan el deseo de la universidad de dedicar esfuerzos al desarrollo económico de la región. Desde este punto de vista, el apoyo de la universidad ayuda a que las nuevas empresas se mantengan en su entorno geográfico más próximo.
Por tanto, los beneficios que la creación de empresas de base tecnológica reporta a la región donde la universidad se encuentra son evidentes. Generan nuevos puestos de trabajo y subcontratan actividades productivas y servicios especializados, alquilan espacios y utilizan otros servicios de uso común como transportes, escuelas, etc. Además, las spin-offs, empresas muy dinámicas y expansivas que representan al sector de la alta tecnología, contribuyen a modernizar y diversificar la economía de la región.
Desde el punto de vista de los científicos universitarios, generadores de la tecnología, son varios los factores que han determinado que tengan ahora la oportunidad, la disposición y los incentivos para desarrollar una actividad emprendedora. Así, en algunos campos de la ciencia se ha reducido el tiempo entre el descubrimiento y la aplicación, reducción debida no sólo a cuestiones tecnológicas sino también financieras. Hoy en día las sociedades inversoras en capital riesgo están dispuestas a dar apoyo a nuevas empresas de base tecnológica mucho antes de que éstas puedan poner algún producto en el mercado. Por otra parte, los programas de fomento de este tipo de iniciativas establecidos por los gobiernos ejercen también su influencia. Además, los insuficientes recursos públicos de apoyo a la investigación introducen una mentalidad empresarial en los científicos. Éstos deben acceder competitivamente a recursos económicos limitados, redactar solicitudes de proyectos que cada día se asemejan más a un plan de negocio y gestionar las cantidades otorgadas como si se tratase del presupuesto de una empresa.
Finalmente, las propias spin-offs sacan también partido de su asociación con la universidad. Así, la ubicación en un campus universitario facilita el desarrollo de las empresas en sus estadios iniciales, ya que pueden utilizar espacios, equipamiento y servicios especializados; asesoramiento en el proceso de creación de la sociedad o en la protección de la propiedad de los resultados, por ejemplo. La condición que la universidad exige a cambio es que la spin-off contribuya a la investigación de la institución. Por otra parte, las nuevas empresas tienen también un mejor acceso a la formación continua impartida por la institución académica y se sitúan en una posición muy favorable para seleccionar e incorporar personal al estar en permanente contacto con los futuros licenciados. Del mismo modo, la relación entre el personal científico de la universidad y los técnicos de la empresa crea una atmósfera estimulante. Además, al finalizar la vida útil de las primeras líneas de producto de la spin-off, la investigación universitaria se constituye como una fuente de nuevas ideas. Por último, el prestigio de la universidad fomenta el desarrollo de la nueva compañía, ya que su presencia en el accionariado es una garantía para inversores, cuestión vital en las fases iniciales de desarrollo de la empresa, cuando ésta no tiene todavía suficiente credibilidad ni demasiados recursos financieros.
Riesgos de la utilización de las spin-off
El apoyo de la universidad a las iniciativas empresariales de sus profesores y la participación de la institución en el capital social de las mismas pueden comportar ciertos problemas, que pueden considerarse de tres tipos distintos: 1) los relacionados con la comunidad universitaria, 2) las dificultades financieras y de gestión y, por último, 3) posibles consecuencias negativas para la reputación de la institución académica.
Con relación a los primeros, la comunidad universitaria puede interpretar equivocadamente la relación de la institución con la spin-off y considerarla como un favoritismo hacia el profesor responsable de la misma. Los problemas financieros aparecen debido a que las universidades no tienen ni el conocimiento ni la experiencia que se requieren para tomar las decisiones empresariales más adecuadas. Les es difícil, por tanto, reconocer buenas oportunidades de inversión y gestionar adecuadamente su participación en las sociedades de las que forman parte. Por otra parte, una inversión inicial en una spin-off puede significar un compromiso moral de continuar invirtiendo en el futuro a menos que quiera hipotecarse el desarrollo de la nueva empresa. El último grupo de posibles conflictos estaría formado por todas aquellas actuaciones que pueden dañar la reputación de la institución académica. Por ejemplo, si una universidad decide participar en una iniciativa empresarial de uno de sus profesores, inversores externos interpretarán esa decisión como una indicación de las posibilidades de esa empresa. Ahora bien, en caso de que no se cumplan esas expectativas, los inversores tenderán a desconfiar de las spin-offs que esa misma universidad pueda crear en el futuro. Ciertos comportamientos irregulares de la empresa pueden generar también conflictos adicionales. Por ejemplo, acusaciones del personal, problemas de contaminación ambiental, de tipo fiscal, etc..
Veamos un caso típico de creación y evolución de una spin-off: un profesor universitario genera una invención y plantea su comercialización mediante una spin-off. Su universidad, que no tiene ningún programa establecido para crearlas, acepta licenciar la tecnología a la nueva empresa pero rechaza participar en el capital social de la misma. El emprendedor inicia su aventura con un grupo de estudiantes, hecho que la institución juzga positivo ya que entiende que la incorporación de licenciados es uno de los dividendos más importantes de este tipo de iniciativas. El grupo promotor, aunque está constituido por buenos investigadores, no tiene experiencia en gestión empresarial. La busca, por tanto, externamente, normalmente en el entorno local. Suele ocurrir, sin embargo, que los emprendedores son víctimas del nuevo socio o bien se dan cuenta, casi siempre demasiado tarde, de que esa persona, aunque ha desarrollado actividades en el entorno empresarial, no tiene experiencia en creación de empresas y, por tanto, tampoco está lo suficientemente preparada. Suponiendo que esas barreras se superen, se entra en la difícil etapa de búsqueda de la financiación necesaria. Además es una cuestión de tiempo que la nueva empresa se enfrente por un motivo u otro a los tribunales: por cuestiones relacionadas con el personal o los socios de la empresa, con los clientes o los proveedores, por cuestiones de tipo fiscal, etc. En estos casos la universidad, a pesar de que ha intentado mantener la distancia con respecto a la empresa, se ve de alguna forma involucrada.
La solución a todos estos problemas pasa por el establecimiento, por un lado, de programas de apoyo de la institución a esas iniciativas y, por otro, de reglamentaciones de control. En lugar de reaccionar frente a una oportunidad, actuación que normalmente crea problemas como los mencionados, las universidades deben estudiar cuidadosamente la creación de empresas como modalidad de transferencia de tecnología y después establecer un programa de apoyo adecuado, que pueda ser aplicado a todos los investigadores de la institución, con una correcta evaluación y selección de iniciativas y un conjunto de reglamentaciones que regulen convenientemente todo el proceso. Se trata, por tanto, de actuar proactivamente y no reactivamente. Aunque parezca una paradoja, la mejor manera que tiene la universidad de evitar problemas legales con sus spin-offs es estar totalmente relacionado con ellas y no desvincularse del proceso comercializador. Además, el grado de apoyo de la institución es uno de los factores determinantes del éxito de las spin-offs. En cuanto a las reglamentaciones de control, si quieren evitarse conflictos graves de interés y acusaciones de la comunidad universitaria, la función emprendedora de la universidad debe comportar una total transparencia en las relaciones entre el emprendedor, la empresa y la universidad. Ello se logra mediante la correcta información sobre esas relaciones.
La utilización de organizaciones intermedias que gestionen el proceso es una actuación que disminuye los efectos de los problemas que las spin-offs comportan. Estas organizaciones actúan como aislantes entre la institución y las actividades comercializadoras de su investigación. El mayor o menor grado de aislamiento vendrá dado por la mayor o menor autonomía que los gestores de la organización tengan con respecto a la universidad. En este sentido, debe buscarse un equilibrio entre un nivel suficiente de autonomía que no hipoteque su funcionamiento y un justo control que evite actuaciones inconvenientes para la institución académica.