Aquí tenéis una parte del artículo que redacté a finales de 2010 y principios de 2011 para la Revista Nota de Economía. Se publicó en su número 100, el primer cuatrimestre de 2012. Creo que os puede interesar para ver la percepción sobre la política de innovación europea en ese momento.
A principios de 2010 se aprobaban los rasgos básicos de la estrategia Europa 2020, con 5 objetivos y 7 iniciativas emblemáticas. Una de ellas era «la unión por la innovación». El espíritu de esta iniciativa se resumía, en ese momento, a principios de 2010, con esta lista de ideas:
- La I+D y la innovación son la base del crecimiento económico y Europa tiene problemas en este ámbito. Se propone fortalecer la base del conocimiento. Pero la inversión en educación superior es baja y hay barreras a la circulación de talento: se quieren eliminar obstáculos a la movilidad de los investigadores dentro de la UE.
- Se quiere concretar también el espacio europeo de investigación, que implica crear redes, colaboraciones y masa crítica en áreas estratégicas. También reducir la fragmentación y las duplicidades. Se quieren concentrar recursos en prioridades. Europa plantea estrategias de focalización, una asignación selectiva de recursos a proyectos y en regiones.
- Europa quiere también completar las grandes infraestructuras de investigación, de manera conjunta entre varios Estados miembros.
- Las universidades europeas son poco competitivas en el ámbito mundial. Hoy tienen una financiación insuficiente y distribuida excesivamente homogéneamente, con unos sistemas de gobierno que no son adecuados, una relación baja con el entorno privado, poca autonomía… Es necesario modernizarlas.
- Investigación e innovación son dos conceptos totalmente relacionados. Las ideas deben llevarse al mercado. Pero la relación universidad-empresa es débil y no hay un mercado efectivo de transferencia de tecnología. Queda también pendiente la patente europea.
- La ciencia y la innovación deben dirigirse a los grandes retos sociales. Europa 2020 sugiere cuáles son estos grandes retos.
- La causa principal de la baja productividad europea es la poca inversión en I+D del sector industrial. La inversión industrial en I+D en Europa se concentra en sectores de contenido tecnológico medio-alto (y no en sectores de contenido tecnológico alto). Los sectores industriales europeos intensivos en conocimiento son pequeños y formados por pymes. Hay que crear y hacer crecer sectores intensivos en I+D.
- La educación europea no pone el énfasis en la cultura emprendedora y la innovación y hay poca financiación en fases startup y scaleup.
- La innovación se ve en las políticas europeas en un sentido amplio: innovación abierta, innovación dirigida por el usuario, innovación social, innovación no tecnológica e innovación organizativa. También las industrias culturales y creativas son innovación.
- La compra pública de tecnología estimula la innovación y los procedimientos de estandarización facilitan la interacción tecnológica. Pero el mercado europeo fragmentado actúa como barrera para las innovaciones.
- Europa tiene grandes diferencias entre los Estados miembros en cuanto a inversión en I+D, instituciones universitarias, actividad innovadora y productividad. Las diferencias son aún más destacables en el ámbito regional. Las políticas deben considerar estas diferencias. Se pretende ajustar Europa 2020 a cada país y región y definir objetivos territoriales, y hacer un seguimiento con informes e indicadores.
- Europa quiere una estrategia europea de cooperación internacional en investigación e innovación, no estrategias individuales, de cada Estado miembro.
El enfoque estratégico de «la unión por la innovación» se ha sustentado en cuatro ideas básicas: 1) una orientación hacia los grandes retos, 2) la coordinación y colaboración con los Estados miembros, 3) la orientación hacia toda la cadena de valor de la innovación, entendiendo la innovación en un sentido amplio y de colaboración y 4) la participación de todos los agentes y regiones, cada una con sus puntos fuertes.
«La unión por la innovación» hizo una propuesta original y de impacto. Propuso que las regiones adoptaran el concepto de estrategia de especialización regional inteligente (RIS3). Europa considera que sus estados y regiones han sido poco originales, poco diferentes, a la hora de concretar estrategias de competencia: han repetido lo que hacían otras regiones. Esto ha provocado un énfasis excesivo en la promoción de nuevos sectores basados en la ciencia, sin que algunas de las regiones hayan tenido la base para hacer este tipo de apuesta. Los recursos se han repartido poco selectivamente; se han creado muchos centros de investigación, pero poco competitivos a escala mundial. La consecuencia ha sido una igualdad en la base del conocimiento en Europa. Se han creado igualdades y no desigualdades, que deberían entenderse en positivo, como concentraciones de excelencia global. La estrategia de especialización regional inteligente pretendía ser una alternativa al reparto igualitario de la financiación disponible. Se esperaba que comportara más diversidad entre las regiones europeas.
La idea se relacionaba también con el concepto de grandes clústeres de impacto global. En su forma de implementación, la idea encontró la inspiración en las tecnologías de propósito general o tecnologías facilitadoras, que tienen como característica fundamental su capacidad de generalización, de salir del sector donde se crearon para trasladarse a diversos sectores económicos y generar oportunidades. La Comisión sugería unas tecnologías facilitadoras concretas que pueden mejorar la competitividad de la industria europea: nanotecnología, microelectrónica y nanoelectrónica, fotónica, materiales avanzados y biotecnología. La nueva estrategia Implicaba, por otra parte, una necesidad de coherencia entre las políticas de innovación y el resto de políticas de cada región, ya que partía de las fortalezas del territorio. Con la RIS3 las regiones buscan la diferenciación total, han de detectar nichos de mercado en las que pueden tener ventajas competitivas. La RIS3 sustenta las fortalezas regionales en áreas estratégicas desde la conciencia de las ventajas competitivas en un contexto de competencia global. Implica un conocimiento profundo de la propia región, pero también de las que son la competencia. La estrategia de especialización inteligente debe:
1) Basarse en el lugar, evaluando fortalezas y debilidades y considerando la historia de la región y su entorno. Hay que considerar las actividades de otras regiones, especialmente de las vecinas
2) Tener recursos estratégicos proporcionales a las ambiciones de la región
3) Buscar un equilibrio entre especialización y diversificación, recordando que una especialización excesiva expondrá la región al riesgo de cambios
4) Buscar complementariedades con otras regiones, principalmente las que se centran en las mismas tecnologías facilitadoras, aunque sea con capacidades diferentes.
5) Ser evaluada y supervisada por expertos y anticiparse a los cambios estructurales, revisando las prioridades. El seguimiento debe prever estrategias de replegamiento.
6) Ir acompañada de otras medidas de apoyo a la educación superior y la formación profesional, a la innovación y las pymes, etc. La focalización de recursos en áreas de especialización inteligente no debe interferir en el desarrollo de una amplia base de capital humano.
Les regiones pueden utilizar una serie de herramientas y actuaciones para fomentar su crecimiento y diferenciarse. Se sugerían por ejemplo:
- Los clústers
- El emprendimiento y la creación de empresas
- El entorno de apoyo empresarial. Aquí se decía que las incubadoras y los parques científicos y tecnológicos podían tener un papel fundamental.
- La tercera misión de las universidades
- Las KICs del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología
- Las industrias creativas y culturales, otro de los aspectos a los que se daba una relevancia especial.
- La compra pública de innovación
Este enfoque suponía un cambio en la manera de ver las universidades y los centros de investigación en los territorios. Tradicionalmente, se ha considerado que la I+D pública acaba, con el tiempo, influenciando su entorno empresarial de varias maneras: a través de los estudiantes que se integran a las empresas, mediante la transferencia de tecnología, mediante la creación de empresas, etc. Este modo de pensar ha ocasionado que en los últimos años todos los territorios (ciudades, regiones) han querido una universidad o una infraestructura pública de investigación. «La unión por la innovación» contiene una idea más evolucionada: es la investigación pública la que es influenciada por las actividades de innovación que hay en su entorno. Desde este punto de vista, debe existir una masa crítica de empresas tecnológicas, de laboratorios privados de investigación y de empresas de servicios como condición previa para garantizar que una universidad investigadora producirá un efecto significativo en la innovación regional.