Los Fab Labs nacen en el MIT de Boston en 2001. Su promotor fue Neil Gershenfeld, del Center for Bits and Atoms (CBA). del MIT Media Lab. La última actuación de mi período en el Catalunya Emprèn fue una misión a Boston, con 40 personas del ecosistema de Barcelona, profesores y gente que da soporte a los emprendedores en entidades locales. La misión incluía una visita a ese MIT Media Lab. Fue guiada por el mismo Neil A. Gershenfeld, fundador de esa red global de más de mil iniciativas.
El concepto aparece al cambiar el siglo y se basa en empoderar las comunidades locales mediante herramientas, tecnologías de fabricación y software de código abierto para que asuman la siguiente gran transformación: la de la fabricación. La esencia de los Fab Labs se resume diciendo que, gracias a la digitalización, pronto cualquier persona podrá hacer (casi) cualquier cosa, en cualquier lugar.
Los Fab Labs asumen que cambian dos cosas: 1) la fabricación, que se universaliza, pero que, sin que sea un contrasentido, se acerca a lo local, a lo próximo (en el caso extremo, no haría falta transportar materiales por todo el mundo), y 2) las personas, que son empoderadas para crear y fabricar. Los Fab Labs no se dirigen a empresas. Sus destinatarios son los individuales, las entidades educativas y organizaciones sin ánimo de lucro.
Los primeros Fab Labs de esa red global se iniciaron en Boston mismo, en comunidades afroamericanas. Esas personas tenían conexiones con Ghana y llevaron ahí el concepto. Después fue Noruega, dónde el MIT respondió a una demanda para desarrollar una tecnología enviando las herramientas para desarrollarla localmente.
Aquí la idea llegó muy pronto, en 2007, a través del Instituto de Arquitectura Avanzada. El Fab Lab de Barcelona se ha especializado en diseño, arquitectura y smart cities.
Tomás Diez dirige ese Fab Lab desde 2010. Ese venezolano que lleva ya años en Barcelona es un urbanista que se ha especializado en fabricación digital. Fue nombrado por The Guardian y Nesta como uno de los 10 principales innovadores sociales digitales de 2013. Ha sido también considerado el emprendedor del año 2015 por la Asociación Catalana de las TIC. He tenido ocasión de visitar su laboratorio y hablar con él sobre este mundo en tres o cuatro ocasiones. Admiro de veras su labor. “Su” Fab Lab fue de los primeros que se crearon (el primero de la Unión Europea) y él ha sido una persona clave en la extensión del concepto.
Hace poco expresaba sus ideas en una entrevista magnífica que le hizo Jazmín Castresana, una periodista argentina que lleva 12 años en Barcelona, ciudad de la cual dice estar enamorada. Con su permiso, reproduzco la respuesta de Tomàs a una de las preguntas. Considero que es la mejor explicación que puede hacerse. Decía Tomás: “Ahora mismo hay más de mil fab labs en el mundo. Empezaron, sobre todo, en contextos rurales, en lugares remotos. En el círculo ártico en Noruega, en África o en India, donde era difícil que los productos llegaran desde las ciudades, los fab labs se establecieron para garantizar de alguna manera la autosuficiencia tecnológica a estos lugares. Pero también comenzaron a aparecer en ciudades, en contextos académicos, comerciales, a partir de la organización de comunidades, de iniciativas propias de ciudadanos, instituciones e incluso de gobiernos, en muchas casos como una combinación de diferentes instituciones o asociaciones. La idea es que sirvan de plataforma, que impulsen el uso de la tecnología de una manera colaborativa, y que democraticen el acceso a los medios de producción para que cualquier persona pueda hacer casi cualquier cosa en cualquier parte del mundo. Los fab labs, al final son espacios en los que se produce invención y creación a través de la tecnología y se inventa tecnología. Un fab lab es una plataforma educativa y cultural que fomenta un nuevo modelo para las ciudades y para nuestra forma de vida; los fab labs son lugares que sirven para producir objetos a pequeña escala, en pequeñas cantidades, por eso se usan sobre todo para prototipar o hacer productos personalizados. Lo bonito de todo esto no es usar un fab lab para reproducir todo lo que ya existe, sino que es una plataforma de invención para generar esos entes que no existen y que queremos que existan para mejorar la vida de las personas en las ciudades. Un fab lab puede fabricar casi cualquier objeto, incluso puede fabricarse a sí mismo. Precisamente desde la red de Fab Lab estamos impulsando el Fab Lab 2.0, que es un fab lab con la capacidad de autorreplicación en cualquier parte del mundo, con lo que se podrá conseguir que los precios de las máquinas se reduzcan drásticamente y que el conocimiento esté en manos de las personas y no solo sea propiedad de grandes compañías”.
De la mano de Tomás, el Fab Lab de Barcelona es un referente mundial en la Fab Lab Network. Coordina programas como el Academany, la Fab Academy o el proyecto Fab City.
La Fab Academy es una plataforma distribuida de educación e investigación sobre principios y aplicaciones de fabricación digital, en la que cada Fab Lab funciona como una aula y el planeta como el campus de la universidad más grande del mundo. No es educación a distancia. Es educación distribuida: “Los estudiantes aprenden en grupos de trabajo locales, con compañeros, mentores y máquinas, que luego se conectan globalmente mediante el intercambio de contenido y video para clases interactivas. Los laboratorios individuales son apoyados y supervisados regionalmente por mentores”.
La argentina Luciana Asinari, una persona del equipo de Tomás en Barcelona, es la coordinadora de la Academia global. La Fab Academy se resume con la frase “Cómo hacer (casi) cualquier cosa”. Posteriormente, siguiendo la entrada de los Fab Labs en temas biológicos, se ha creado la Bio Academy, que se resume diciendo “Cómo hacer crecer (casi) cualquier cosa”. Ambas, Fab Academy y Bio Academy son parte de la Academany, o “Academia de (casi) cualquier cosa”. La red global ha añadido un tercer pilar a esa iniciativa, la Fabricademy, relativa a la mezcla de textiles, biología y fabricación digital.
Fab Lab Barcelona está ahora trabajando, con el resto de la red, en el desarrollo de la nueva generación de Fab Labs. Como he dicho, lo biológico forma ya parte de ese futuro de los Fab Labs. Pero, además, se modeliza en él, en el siguiente sentido. Las proteínas son piezas básicas, que codifican información, ejecutan acciones y corrigen errores. En el mundo digital, esas piezas esenciales son los códigos, programas que también ejecutan acciones. Y esos códigos no sólo describen cosas, sino son también cosas. Los Fab Labs buscan piezas esenciales similares en el mundo de la fabricación, que permitan modelos de replicación.
La ciudad de Barcelona inspiró y motivó el proyecto Fab City en 2014. El entonces alcalde Xavier Trías presentó un reto: que en 2054 las ciudades produjesen todo lo que consumían. Fab City Global Initiative es la iniciativa que surgió de ese reto. Supone el retorno a un pasado en el que la producción de bienes se producía en las mismas ciudades o su entorno. Pero ahora con conocimiento y tecnología futurista y colaboración mundial. Tomás y el Fab Lab impulsaron esa Fab City Global Initiative que se compone de un red de 28 ciudades, gobernadas por una fundación. La esencia es promover unas ciudades y unos ciudadanos conectados globalmente y productivos localmente. La página web de la iniciativa muestra un contador con el tiempo que resta hasta la fecha límite.
Fab Lab no está solo. Hay otros Fab Labs en Barcelona y su entorno. Forman también parte de la red del MIT
- Soko Lab
- MADE Makerspace Barcelona
- Green Fab Lab en Collserola
- W!Lab de Viladecans
- Fab Lab Sant Cugat
- Tinkerers Fab Lab de Castelldefels
- Beach Lab Sitges
Es una de las ciudades del mundo con un mayor número de Fab Labs. Además, tenemos los Ateneos de Fabricación, propuestos por el Ayuntamiento de la ciudad, con el objetivo de acercar la tecnología a los ciudadanos. Los cinco Ateneos actuales tienen máquinas y tecnología y desarrollan talleres y actividades formativas, para profesores y estudiantes y también familias. Años antes, el Ayuntamiento había impulsado el Barcelona Urban Lab, para usar los espacios públicos de la ciudad como lugares de prueba de innovaciones.
Esos Fab Labs y Ateneos empoderan e impulsan la comunidad local de Makers y emprendedores y colaboran con ella. El movimiento Maker no está lejos del mundo de los Fab Labs. Cada año se celebra la Barcelona Maker Faire. Es un evento que reúne a centenares de ingenieros, artistas, diseñadores, hackers, artesanos, programadores, científicos que tienen el deseo de crear, experimentar, construir y hacer cosas. La Maker Faire es promovida por Sonar+D, Sokotech y el Instituto de Arquitectura Avanzada de Barcelona, que es el impulsor del Fab Lab Barcelona al cual acabamos de referirnos.
El gran colectivo resultante es una de las piezas esenciales en la consecución de esa ciudad de Barcelona creativa, fabricadora y emprendedora.